Los multimillonarios sienten que las reglas no se aplican a ellos. Y muchas veces es parte de su éxito mismo, dado que tienen el poder de cambiar las cosas en base a un determinado status quo que no innova. Es parte de por qué poseen un espíritu innovador superior al de una persona promedio, que por miedo a que le vaya mal o debido a sus restricciones presupuestarias se sienten restringidos de aplicar un cambio.
Hace unos años atrás, se era millonario cuando los activos de las personas superaban el millón de dólares, tal como su nombre lo indica. Es el segmento de los High Net Worth Individuals (HNWI). Pero la inflación y el aumento en la oferta monetaria por parte de los bancos centrales para revitalizar las economías de países con poblaciones cada vez más envejecidas hicieron que la comparación se elevara hasta varios millones.
Incluso, existen los Ultra High Net Worth Individuals (UHNWI), que son aquellas personas que poseen al menos 30 millones de dólares de riqueza en activos. A fines de 2015, existían 211.275 UHNW con una riqueza total combinada de 29,7 billones de dólares equivalentes. Para su definición se toman en cuenta no sólo las participaciones en las empresas públicas listadas que poseen sino también aquellas de capital cerrado, propiedades inmobiliarias, objetos de arte, barcos, aviones, entre otros activos.
La voluntad de querer y poder cambiar al mundo moviliza a los multimillonarios, en el sentido que ven el mundo y quieren mover todas las piezas del rompecabezas. Está presente la idea de que el mundo es un lugar a medio hacer, cambiante, y creen que pueden participar en todo ello. A la hora de armar las estructuras, reclutan a sus amigos inteligentes en busca de confianza y talento, dos valores que los acompañarán siempre.
Los multimillonarios comprenden los sistemas de creación de valor porque muchas veces el origen de su fortuna ha sido la cultura del esfuerzo y la meritocracia. Muchas veces el involucramiento es a medias, porque quieren entrar en proyectos que no quieren dirigir, pero en los que buscan estar involucrados y sobre todo sentirse fuertes porque son los que fondean dichos proyectos.
¿Qué motiva a un multimillonario a seguir trabajando? Es el reconocimiento. Es tener un determinado status lo que lo motiva. Es sentir que los demás que lo rodean lo necesitan y lo veneran como un protector o una persona que los va a cuidar. Y sobre todo, la diversión los motiva: sentir que pueden disfrutar trabajando y haciendo el trabajo que les gusta es un factor que los impulsa a trabajar, por más que no lo necesiten. La pasión y la concreción de sus objetivos profesionales son más fuertes que el dinero que puedan obtener de él.
¿Nunca se preguntaron qué es lo que motiva a personas como Donald Trump a seguir trabajando, y cada vez más duro? Acaso no es sabio y prudente pensar que, superados los 70 años, y con una cifra con tantos ceros en la cuenta bancaria, ¿qué es lo que moviliza la mente de un multimillonario que ha sabido caer y levantarse pero terminar siendo una de las mayores fortunas del planeta? Respuesta: es el poder. Bajo esa palabra se resumen muchas cosas. Pero el poder muchas veces es egocentricidad, idolatría, impunidad, influencia y satisfacción personal de poder hacer lo que uno quiera.
Un multimillonario desea trabajar porque desea, además, ganar. Pelear y ganar es parte del eterno juego de aquel que pone a prueba a su entorno, a los demás, al enemigo. Es parte de la motivación. Aquel que tiene más poder, tiene más acceso a los recursos. Y cuanto más cerca del líder, su entorno se sentirá más seguro, se sentirá protegido y le deberá favores. Y poder hacerlos ver contentos y seguros es parte del objetivo del poderoso, que sigue sumando adeptos, seguidores, personas que lo idolatran.
Esa tendencia puede exacerbarse y cruzar los límites de lo permitido. El poder enceguece y en el mundo de las finanzas sobran los ejemplos que pueden mencionarse, entre los cuales podemos mencionar a Bernie Madoff y el armado de un innecesario esquema Ponzi dada la riqueza personal ya cosechada y a tan avanzada edad.
Martha Stewart es otro ejemplo de comportamiento antiético, así como lo fue el famoso “Lobo de Wall Street” Jordan Belfort, cuando colocaba acciones en el mercado y armaba una ingeniería para poder beneficiarse a sí mismo alrededor.
Ricos que quieren ser más ricos, dinero que llama a más dinero. No hay límites. La ambición se transforma en codicia y los valores se derrumban alrededor de esas personas.
Otras tantas veces lo que motiva a un multimillonario a seguir empujando el lápiz, a seguir haciendo negocios o a encarar nuevos proyectos es pensar que los límites no existen para ellos, que pueden acceder a todo y que todas las personas son accesibles.
La mente de un multimillonario gira a más velocidad que una persona común por diversos motivos que lo impulsan a seguir tomando riesgo, crear y agregar valor.
Con el tiempo, el dinero se concentra cada vez más y es cada vez más importante saber qué es lo que hacen los UHNWI con su dinero: el 1% de la población tiene más riqueza que el 50% más pobre, según un reciente estudio de la ONG Oxfam.
Por eso, es muy importante saber cuál es la cartera de los individuos de mayor riqueza y en qué activos invierten, lo que será objeto de otro artículo.