Durante los últimos tres meses la incertidumbre que pesaba sobre algunos de los factores que condicionaban la evolución de la economía española ha disminuido. En Europa, los datos macroeconómicos evidencian un deterioro de la economía real algo menos pronunciado de lo que se anticipaba. A su vez, la prolongación del tono acomodaticio de la política monetaria y de las medidas no convencionales de liquidez llevadas a cabo por el Banco Central Europeo (BCE), junto con los paulatinos avances en la gobernanza, la reestructuración de la deuda griega y, $inalmente, los esfuerzos de consolidación $iscal y la puesta en marcha de reformas estructurales en algunos de sus estados miembros, contribuyeron a moderar temporalmente la inestabilidad en los mercados de deuda soberana, aunque no a eliminarla completamente.
En el entorno doméstico, la incertidumbre sobre la política económica también ha disminuido, como re$lejan la adopción de medidas que aumentan la credibilidad sobre el cumplimiento de los objetivos $iscales del Estado, la implementación de una reforma laboral ambiciosa, y el anuncio de una nueva reforma del sector financiero.
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