Se prevé que la economía europea siga expandiéndose por séptimo año consecutivo en 2019, y que el PIB real crezca en todos los Estados miembros de la UE. Todo apunta a que las dinámicas nacionales sustentarán la economía europea, pese al lastre que siguen suponiendo las incertidumbres a escala mundial. Las perspectivas de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) para 2019 y 2020 se han visto lastradas por la reciente ralentización del crecimiento y del comercio mundial, así como por la gran incertidumbre que pesa sobre la evolución de las políticas comerciales. También influye la debilidad persistente del sector industrial, especialmente en aquellos países cuyas industrias del automóvil se enfrentan a problemas específicos.
La economía europea está dando muestras de resiliencia ahora que el entorno exterior es menos favorable, también por las tensiones comerciales. Se prevé que el crecimiento continúe en todos los Estados miembros de la UE y aumente el próximo año, apoyándose en la sólida demanda interna, la progresión constante del empleo y los bajos costes de financiación. No obstante, las perspectivas están sujetas a riesgos significativos. En cuanto al sector exterior, entre esos riesgos cabe citar una nueva escalada de conflictos comerciales y la debilidad de los mercados emergentes, en particular del de China. En Europa deberíamos estar atentos a la posibilidad de un Brexit sin acuerdo, a la incertidumbre política y a la posible reactivación del vínculo entre bancos y deuda soberana.
A pesar de la ralentización del crecimiento hacia finales de 2018, las condiciones del mercado de trabajo han seguido mejorando. Aunque el desempleo todavía es demasiado elevado en algunos Estados miembros, en el conjunto de la UE se ha reducido hasta el porcentaje más bajo (6,4 % en marzo de 2019) registrado desde enero de 2000.
Sin embargo, se espera que durante los dos próximos años la tasa de crecimiento del empleo se ralentice, a medida que vaya haciéndose sentir el efecto de la moderación del crecimiento y disipándose el de las medidas fiscales de carácter temporal adoptadas en algunos Estados miembros. En la zona del euro, se prevé que la tasa de desempleo se sitúe en un 7,7 % en 2019.
La inflación en la UE será del 1,6 % este año; la inflación general disminuyó del 1,9 % en el último trimestre de 2018 al 1,4 % en el primer trimestre de este año debido a los menores aumentos de los precios de la energía. La previsión se basa en que la inflación de los precios de la energía debería de moderarse aún más en los próximos trimestres y que casi nada apunta a un mayor crecimiento de los salarios.
Las ratios deuda/PIB disminuyan en la mayoría de los Estados miembros en 2019, ya que los déficits siguen siendo bajos y el crecimiento del PIB nominal debería de seguir siendo superior al tipo medio de interés de la deuda viva. Suponiendo que no se produzca ningún cambio en las políticas, se prevé que la ratio deuda/PIB en la EU se sitúe en 80,2 % en 2019.
Las expectativas de crecimiento en la zona euro están en un 1,2% para 2019. El crecimiento de la zona euro tendrá su base en la demanda doméstica, donde el sector empresarial goza de una buena situación financiera, el consumo se apoya en los buenos datos de empleo y la debilidad del euro supondrá un empuje al sector exterior.
El proteccionismo se antoja como el principal riesgo para la región, ya que el sector exportador es clave para la economía europea en su conjunto, siendo una de las regiones más afectadas en un evento de recrudecimiento de la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China.