Tras nueve años, la Reserva Federal (Fed) hizo lo que todo el mundo esperaba: subió los tipos de interés. Los mercados reaccionaron positivamente en esa jornada, pero luego digirieron la noticia con fuertes caídas. ¿Qué podemos esperar para el próximo año?
Lo que no se animó a hacer Ben Bernanke durante su mandato presidencial al frente de la Reserva Federal, lo hizo Janet Yellen antes de cumplir su primer año como cabeza líder de la entidad.
Tras nueve años sin movimiento alcistas (el último había sido en 2006), Yellen se animó a hacerlo. El pretexto fue que “a pesar de que la economía mundial se sigue mostrando incierta, la economía estadounidense se ha robustecido”.
Estoy totalmente de acuerdo respecto la incertidumbre de la economía mundial. No hay que ser un economista ni un experto en finanzas para darse cuenta de esto. Con tan sólo mirar ciertos números de crecimiento económico y de desempleo en forma transversal a nivel global, la señal es clara al respecto.
En relación a la segunda parte de la cita de Yellen (la del fortalecimiento de la economía estadounidense), creo que es parcialmente cierto. Si uno mira la tasa de desempleo y la situación del mercado laboral, seguramente daríamos un voto de confianza a la decisión de la presidenta de la Fed de subir la tasa de interés.
Pero, en cambio, si vemos la situación del consumo, de la tasa promedio de expansión de la actividad y de la dinámica del comercio exterior estadounidense, la medida comienza a entrar en el terreno de la discusión.
Si bien los mercados han venido madurando la posibilidad de este ajuste alcista de la tasa, entiendo que no fue una medida correcta por parte del Comité de Política Monetaria (FOMC) de la Fed.
En un mundo donde existe, todavía, un claro sesgo hacia la aplicación de más estímulo monetario y más deflación que inflación, no visualizó la urgencia del banco central estadounidense de aumentar los tipos.
Pero se hizo. Y ahora hay que medir las consecuencias desde la óptica del inversor.
¿Qué podemos esperar entonces?
Creo que hay dos efectos que deben interpretarse dentro de un horizonte temporal.
Para el corto plazo, podemos ver un reforzamiento de la actividad económica en Estados Unidos. Esto se debe a que la suba de la tasa de interés en Estados Unidos potencia la fortaleza del dólar contra el resto de los activos financieros, sea monedas, commodities, bonos.
Si el precio de los commodities, como los energéticos, los metales industriales y los agrícolas, continúan en baja entonces los precios domésticos en Estados Unidos seguirán cayendo.
Allí sí el consumidor sentirá que ese efecto es permanente y podría animarse a gastar más, moviendo a la economía hacia un círculo virtuoso. El consumo, que representa dos tercios de la actividad, será el driver de expansión en el corto plazo.
Adicionalmente, en el corto plazo los bancos no ajustan inmediatamente el mayor costo de intermediación para financiar consumo e inversiones, por lo que no se ve resentido el repunte económico.
Pero esto no puede persistir a lo largo del tiempo…
La tasa de interés de corto plazo de referencia de la Reserva Federal, actúa como un espejo en el tiempo para el resto de las tasas de interés de la economía.
El gráfico anterior muestra que hay una relación casi perfecta entre la “Fed funds rate” y la tasa de rendimiento del bonos del Tesoro estadounidense a 10 años de plazo. Y así con el resto de las tasas de interés de la economía.
El encarecimiento del costo financiero será un golpe disuasivo para el consumidor. Creo yo que podríamos ver este efecto a partir de la segunda mitad de 2016 en la principal economía del mundo.
Al mismo tiempo, la mayor fortaleza del dólar seguirá hiriendo las exportaciones de ese país, que vienen bajando desde principios de año. Esto afectará mucho al empleo vinculado al sector exportador en Estados Unidos.
Finalmente, el efecto riqueza positivo (mayor poder de compra) que da la caída del precio de los commoditiespodría revertirse en algún momento de 2016. En el caso puntual de la industria petrolera, prácticamente todas las empresas han anunciado fuertes recortes de sus planes de inversión y las empresas de fracking están en zona de colapso lo que más temprano que tarde afectará la oferta de crudo.
Allí, los precios del commodity deberían revertirse y volver a niveles de precios más sustentables de mediano plazo. Lo mismo podría suceder con el resto de las materias primas, principalmente los metales industriales.
Esto pegará en el poder de compra del consumidor. Y allí la Fed volverá a sentir el rigor negativo del ajuste de su política monetaria y estará en una situación de equilibrio inestable nuevamente.
Como dice el refrán, la movida de Yellen del miércoles puede ser “pan para hoy, hambre para mañana”…
Para el inversor, en ambos horizontes temporales, habrá oportunidades.