Los responsables de la formulación de la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos están prácticamente seguros de recortar los tipos de interés de referencia otro cuarto de punto esta semana —del 1,75% al 1,5%-- pero los funcionarios tendrán que esforzarse para enfatizar que esto sólo durará hasta que haya pruebas tangibles de una recesión económica.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha insistido en que la última ronda de recortes es un ajuste de mitad de ciclo, no el comienzo de una tendencia a la baja de los tipos para acomodarse a la ralentización económica. Del mismo modo, ha afirmado que la renovación de las compras de bonos de la Fed no son una nueva ronda de expansión cuantitativa, sino más bien un ajuste para corregir la escasez de reservas bancarias.
Históricamente, un ajuste de mitad de ciclo, como el observado en 1995 y en 1998, podría ser de 0,75 puntos, que es el total de lo que serían tres recortes de tipos desde julio. Construir un colchón de reservas bancarias es legítimo cuando se producen turbulencias en el mercado monetario porque de pronto no hay suficientes.
Sin embargo, la Fed básicamente ha cometido no uno, sino dos errores. En primer lugar, se adentró en una tendencia de subidas de los tipos en 2018, pensando erróneamente que el crecimiento económico impulsaría la inflación. Y se mantuvo en ese camino frente a todas las pruebas que indicaban lo contrario: la inflación no estaba subiendo a pesar del bajo desempleo. En cambio, el mercado laboral continuó expandiéndose.
El segundo error fue empezar a desarrollar su balance a tontas y a locas después de bombearlo con la expansión cuantitativa. En el proceso, redujo las reservas bancarias a la mitad, de 2.800 millones de dólares hasta 1.400 millones de dólares.
Resulta que eso no basta para cubrir las necesidades de préstamos nocturnos en períodos pico como el registrado entre el 16 y el 17 de septiembre. Los economistas quieren que el banco central de Estados Unidos añada 400.000 millones de dólares a las reservas bancarias y crezca eso en la línea de la economía.
Luego está el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que está enfadado con la Fed porque quiere que le den a la economía una inyección de energía a base de crédito barato. Por supuesto, los inversores tienen derecho a estar enfadados porque la Fed sigue cometiendo grandes errores.
Si los responsables de la política monetaria son capaces de borrar la pizarra en ambos frentes recortando los tipos una vez más y restaurando las reservas bancarias hasta un nivel adecuado, ¿podemos sentarnos y relajarnos? Puede.
Pero esta incapacidad para establecer las políticas monetarias adecuadas no ha contribuido a la confianza de los inversores en la Fed al mando de Powell. Esta pérdida de credibilidad podría ser su mayor problema.
Powell tiene que hacer valer su liderazgo. Hay miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) que cuestionan la necesidad de nuevos recortes de los tipos de interés a pesar de las tensiones comerciales y algunos indicios de debilitamiento económico. Tal vez podrían quedarse de brazos cruzados por una vez y contentarse con la orientación prospectiva de que no habrá más recortes en un futuro inmediato. Sería mucho más creíble si este recorte de los tipos se efectuara sin disidencias formales.
Los inversores también pueden ayudar. Los mercados deberían tomarle la palabra a Powell si finalmente tiene razón. Claro, incluso tipos más bajos estarían bien, pero esto debería realmente bastar para un ajuste de mitad de ciclo. Sí, las compras de activos son compras de activos y un mayor balance de la Fed es, por definición, acomodaticio. Pero esto también es un ajuste de la política monetaria, no un cambio de rumbo.