Las acciones de Ford Motor (NYSE:F) se encuentran en un profundo territorio bajista. Desde mediados de enero, la empresa automovilística con sede en Dearborn, Michigan, ha perdido más de un tercio de su valor de mercado, con un rendimiento muy inferior al de los índices de referencia.
Ford cerró el lunes a 16.48 dólares, un 34% menos que su máximo del 14 de enero, cuando su capitalización bursátil superó por primera vez los 100,000 millones de dólares. La decepcionante publicación de los resultados del cuarto trimestre en febrero contribuyó a aumentar las ventas.
Sin embargo, esta fuerte caída hace que los inversionistas se pregunten: ¿es la debilidad del cuarto mayor productor de automóviles del mundo una oportunidad de compra?
No cabe duda de que Ford ha logrado crear cierta expectativa en torno a sus planes de cambio de rumbo durante el pasado año. Después de muchos años de errores, su director general, Jim Farley, ha sido capaz de elaborar un mensaje claro sobre las ambiciones de la empresa en el mercado de los vehículos eléctricos, de rápido crecimiento.
Farley dijo en un comunicado:
"Vamos por todo, creando negocios separados pero complementarios que nos proporcionen velocidad de arranque e innovación desenfrenada".
En su último movimiento, anunciado a principios de este mes, Farley separará las operaciones de vehículos eléctricos de Ford de su antiguo negocio de motores de combustión, creando dos unidades: la unidad Model e y Ford Blue. La primera ampliará la oferta de vehículos eléctricos del fabricante y desarrollará software y tecnología de vehículos conectados y servicios para toda la empresa; la segunda se centrará en los vehículos de combustión, reduciendo los costos y simplificando las operaciones.
Una apuesta a largo plazo
A medida que esta transformación histórica cobra fuerza, Ford también planea gastar 50,000 millones de dólares para ampliar su producción de vehículos eléctricos en los próximos cuatro años. Este enorme desvío de recursos pretende llevar la capacidad de producción de Ford hasta los 2 millones de vehículos eléctricos anuales en 2026. El fabricante ya ha triplicado la producción de su Mustang Mach-E eléctrico en México y ha duplicado la del F-150 Lightning que saldrá a la venta esta primavera.
Suponiendo que estos planes tomen forma como la empresa prevé, la actual caída de Ford ofrece un buen punto de entrada para los inversionistas a largo plazo que tengan un horizonte de inversión de al menos cinco años.
Sin embargo, a corto plazo, las cosas no parecen tan prometedoras. Las persistentes interrupciones en la cadena de suministro, la escasez de chips y el aumento de los precios de las materias primas pesan sobre las entregas de vehículos a los concesionarios. El mes pasado, Ford no cumplió las estimaciones de beneficios trimestrales y advirtió que podría empezar el año con lentitud debido a los problemas de la cadena de suministro.
Además de los problemas de suministro del sector, las perspectivas macroeconómicas empeoran con la aceleración de la inflación y la subida de las tasas de interés.
Jefferies recortó la semana pasada el precio objetivo de Ford a 18 dólares por acción desde 20 dólares, diciendo que la exposición de la compañía a Europa podría ser un punto de presión para la acción. En una nota a los clientes, dijo:
"Aunque todavía volamos a ciegas, también empezamos a ajustar las estimaciones a un entorno estanflacionario de mayores costos de los insumos, continuas limitaciones de la oferta que ya no mejoran la mezcla/precio y una potencial destrucción de la demanda".
Estas preocupaciones también aparecieron en una encuesta de Investing.com entre 21 analistas.
Fuente: Investing.com
Nueve analistas califican la acción de neutral, mientras que cinco la consideran de venta.
Conclusión
Ford es una sólida apuesta a largo plazo para los inversionistas que busquen beneficiarse de su transformación en un fabricante de vehículos eléctricos entre las compañías automovilísticas heredadas. Después de la reciente venta masiva, el precio actual de la acción ofrece un buen punto de entrada para una empresa que genera fuertes flujos de caja de sus operaciones de combustión que el fabricante de automóviles puede desplegar para expandirse en el mercado de los vehículos eléctricos.