Ha pasado un tiempo desde que Grecia se encontraba en las primeras planas de las noticias del mercado. Consideramos que esta es una cuestión clave para la Unión Europea por lo que todavía estamos siguiendo de cerca al país. Ahora está de nuevo en recesión (registrando dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo) a pesar de las políticas de enorme austeridad de los últimos años.
Los recortes de pensiones o el aumento de los impuestos no parecen ser suficientes y el costo de pagar la deuda es demasiado enorme, así que no vemos ningún aspecto positivo sobre ese tema. Grecia no puede devaluar su moneda y por ello se ve obligada a devaluar internamente, por ejemplo, sus ayudas públicas (pensiones, en particular).
Desde febrero de 2015, Grecia ha pagado 35.400 millones de euros y para el final de 2018 debería abonar otros 28.000 millones (incluyendo 2.700 millones de euros de intereses). Para poner esto en perspectiva, el PIB nominal de 2016 fue de 176.000 millones de euros. Por lo tanto, la economía debería expandirse por lo menos más del 1,5% el próximo año. Para el año siguiente, los pagos son menos de la mitad de lo que Grecia tendrá que pagar en 2019.
No vemos cómo Grecia pueda pagar esta deuda, ya que es evidente que el país no será capaz de registrar un crecimiento por encima del costo del pago de su deuda. A corto plazo, todo se ve bien en el lado de la moneda única, pero, ¿qué pasará cuando Portugal o España tengan problemas tan profundos como Grecia? Las incertidumbres están lejos de terminar para el euro.