En la última semana los fondos de acciones de EE.UU. registraron una salida de 10.300 millones de dólares, según un informe elaborado por Bank of America (Fuente: Reuters).
A priori, este comportamiento es producto de la incertidumbre respecto a que el Congreso logre alcanzar un acuerdo para elevar el “techo de la deuda” y de esta manera evitar un improbable default. Recordemos que en agosto de 2011, una situación similar llevó a que la agencia Standard & Poor’s redujera la calificación de deuda norteamericana por primera vez en la historia.
Sin embargo, el ánimo y las expectativas de los inversores parecen bastante distantes de aquel 2011. ¿Por qué?
Por un lado, como puede observarse en el gráfico a continuación, la dinámica de los precios es completamente diferente. Durante agosto de 2011, el índice S&P 500 cayó un 16% y tardó varios meses para recuperarse. Esta vez, la caída del mismo no superó el 5%, y cerró la semana apenas a un par de puntos de su máximo histórico.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Yahoo Finance
Por otra parte, los fondos de acciones de europeas y de países emergentes recibieron USD 700 millones y USD 100 millones respectivamente. Es decir, los inversores salieron en busca de papeles fuera de EE.UU., aunque los mismos sean históricamente más volátiles. En el siguiente gráfico puede observarse como en los últimos meses las acciones europeas (representada por el fondo VGK) y las acciones de mercados emergentes (EEM) mostraron un aumento del 9% mientras que el S&P500 solo ganó un 2%.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Yahoo Finance
Este patrón no soló se reflejó en los fondos de acciones sino que también se dio en los mercados de renta fija y monedas. Los fondos compuestos por bonos investment grade experimentaron una salida del 800 millones de dolares, mientras que aquellos concentrados en bonos de alto rendimiento (grado especulativo) atrajeron 1.800 millones.
En consecuencia, a medida que se acerca el “deadline” para llegar a un acuerdo en el congreso, el mercado está descontando un escenario donde las autoridades del país dueño de la moneda del mundo seguirá dilatando la llegada del ajuste – tanto monetario como fiscal.