La vida me ha enseñado que la tenacidad, la persistencia y la inteligencia son mis mejores aliados personales. Todo y así, soy consciente de que la dificultad de la operativa del trader no radica en el sistema (que también), sino en cómo afronta las decisiones en un momento determinado.
Hace unos días, hablando con un neurocirujano, de nombre Juan, aproveché la oportunidad para hacerle una pregunta que le sorprendió notablemente.
Como neurocirujano, ¿qué crees que pasa por la mente de un inversor momentos antes de tomar una operación?
Él también invierte en bolsa y toma operaciones de acciones utilizando gráficas semanales. Pero mi pregunta no iba dirigida a que me explicara cómo tomaba sus operaciones y en qué consistían, sino que iba más allá y dirigida a una generalidad, al conjunto de traders que toman operaciones a diario. La respuesta relativa a la pregunta no me sorprendió demasiado, pero sí un matiz concreto que quiero compartir.
Juan dijo que la pregunta era imposible de responder porque influyen muchos factores en la toma consciente o inconsciente de las decisiones. Y curiosamente advirtió más aún, que en las de carácter económico suelen haber más condicionantes o variables, e incluso advirtió de los peligros de la ludopatía en el trading.
Me comentó que recientemente un equipo liderado por Raúl Vicente, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Henan en China y la Universidad de Tarut en Estonia junto a Michael Rizzuto del Hospital General de Vancouver en Canada, habían hecho y publicado en la revista científica Frontiers in Aging Neuroscience un estudio sobre cómo nos influyen los recuerdos en las ondas cerebrales.
Ese estudio lo hicieron sobre un paciente de 87 años que sufrió un accidente y presentaba un traumatismo cerebral. En él y mediante la utilización de electroencefalografía, se registraron las ondas cerebrales en la actividad del pensamiento.
Pudieron observar que minutos antes de morir, el paciente registró actividad cerebral muy concreta. Precisamente esa actividad era la que se referenciaba a los recuerdos: pasados o recientes, los mismos que tenemos cotidianamente cuando soñamos o incluso cuando meditamos. Eso es precisamente lo que más me cautivó.
Los que operamos los mercados financieros sabemos que hay momentos que nos dejamos llevar y actuamos u operamos de forma inconsciente, o eso creemos. Si permitimos que los recuerdos nos condicionen comprometeremos nuestra cuenta de forma negativa.
Pondré un ejemplo: A veces tomamos una operación sabiendo que nos recuerda una que hicimos hace algún tiempo y que nos llevó a sufrir una pérdida, pero esta vez la volvemos a tomar, aunque es otra, pero lastramos el recuerdo del dolor que nos produjo esa pérdida anterior.
Sabemos que eso ocurre y que científicamente se ha demostrado que puede existir una condición subordinada dependiendo de cómo estemos anímicamente, o si nos dejamos influenciar por factores externos y un largo etcétera. Entonces se nos brinda la siguiente pregunta:
¿Cómo podemos controlar esa actividad cerebral sin control y que no nos influya negativamente?
Las respuestas son ambiguas y nos queda mucho que recorrer científicamente para poder tan solo acercarnos a una posible respuesta.
Lo que está clarísimo como traders es que debemos concienciarnos de que nuestros pensamientos y recuerdos, sean cuáles sean, pueden secuestrar nuestra operativa. Por eso una y otra vez desde Enneatrading no nos cansamos de decir que hay que trabajar mucho la parte emocional para salir mínimamente exitoso.
Dependiendo de qué personalidad seamos, recordemos que en el Eneagrama hay 9 patrones o eneatipos concretos, tendremos una estructura mental predispuesta a entender lo que sucede de una determinada manera, pero esa cuestión es subjetiva y por tanto no objetiva. Si nos alejamos de la objetividad nuestros resultados se alejarán del objetivo a conseguir.
En estas líneas hay reflexiones un tanto científicas o filosóficas, pero mi único planteamiento es reflexionar sobre la actividad cerebral del trader y remarcar que a veces nuestras decisiones las toma el propio ego (cada uno el suyo) y dependiendo de qué recuerde en ese preciso momento.
En fin, ahí dejo la reflexión y espero que te ayude en cierta manera a entender cómo pensamos, recordamos, operamos, decidimos… y si acertamos o no en lo que hacemos. Eso ya, cada uno sabrá.
Ale pues, a operar y que nuestra actividad cerebral no nos condicione demasiado, o sí.