Las incertidumbre en las negociaciones entre el Gobierno británico y las instituciones europeas siguen siendo grandes, sobre todo en lo relativo a la frontera con Irlanda del Norte y cuya solución va a determinar cuál será la relación posterior entre ambas naciones una vez que se certifique el Brexit, la salida del club comunitario.
La arena del reloj sigue cayendo, los plazos se van agotando y aunque las reuniones se suceden en Bruselas, los escasos avances no aportan la certidumbre necesaria para que las empresas tomen las decisiones necesarias para seguir haciendo negocios y revitalizar una actividad económica, que se ha enfriado en el primer trimestre con su menor ritmo de crecimiento desde el año 2012, tras los peores momentos de la crisis financiera.
Consciente de ello, el gobernador del Banco de Inglaterra (BoE), Mark Carney, ha levantado hoy la voz de alarma más de lo habitual ante el que considera es el mayor riesgo que planea ahora mismo sobre la economía británica, para justificar así que haya dado carpetazo a las elevadas expectativas del mercado de que viésemos ya una subida de tipos de interés de forma, en su opinión, equivocada.
Poco importa el cambio de panorama interno del organismo observado en las dos últimas reuniones, donde dos de sus nueve miembros han votado ya a favor de subir las tasas frente a la unanimidad mostrada desde la subida de septiembre (la primera de la última década), ni tampoco que un 90% de analistas descontasen hace un mes una subida de tipos este mes de mayo en vista de que la inflación continúa siendo elevada, en el 2,5% frente al objetivo del 2%, y de que la tasa de paro permanece en mínimos desde 1975.
El economista irlandés-canadiense tenía un objetivo entre ceja y ceja desde la fecha clave de junio de 2016 y que ahora consigue mantener gracias a la bocanada de aire que le ofrece el fuerte frenazo de la economía británica. Estirar en el tiempo todo lo posible los enormes estímulos monetarios puestos encima de la mesa para superar la crisis mientras Reino Unido se prepara para cualquier escenario que aún es posible con el Brexit.
Tras recortar sus previsiones de crecimiento para este año y el próximo, y asegurar que la inflación seguirá desinflándose hacia el objetivo en el corto-medio plazo, Carney insiste en que aún no se habla dentro del organismo de normalización monetaria ni de iniciar a reducir su enorme Quantitive Easing. Mensajes de nuevo muy "dovish" para unos mercados que sí, estaban seguramente equivocados con el gobernador del Banco de Inglaterra.