Muchos de los mercados financieros más importantes fueron contra las tendencias actuales durante la última semana, lo que dio paso a una alta volatilidad e incertidumbre sobre la dirección a corto plazo. Las preocupaciones por la desaceleración de los mercados emergentes intensificó la aversión al riesgo en un momento del año en el que muchos inversores todavía están buscando los temas de negociación para el 2014. Esta aversión causó que el dólar estadounidense se debilitara, también causada por la compra de yenes, mientras se redujeron las posiciones cortas. La caída de las acciones y divisas de los mercados emergentes se extendió a algunos de los mercados de valores más importantes, con la caída del S&P 500 por segunda semana consecutiva. Esto estimuló a los mercados de bonos con una caída de los rendimientos de los bonos a 10 años del gobierno de Estados Unidos a su mínimo en dos meses.
Estos acontecimientos favorecieron a los inversores de oro, mientras se recuperaban tanto el metal físico como las acciones en minas de oro, las materias primas que dependen del crecimiento, como los metales industriales, cayeron. El precio del crudo Brent también luchó por mantenerse, mientras el sector de la energía de Estados Unidos fue de alguna forma inmune a estos acontecimientos potencialmente negativos, ya que el centro de atención fueron los problemas internos de Estados Unidos, tales como el aumento de la capacidad del oleoducto del medio oeste estadounidense al Golfo de México (crudo WTI positivo), junto con los helados vientos invernales que sostuvieron el combustible para calefacción (ULSD) y, en especial, el gas natural.