Alemania y Francia se enfrentaron públicamente el martes por los planes para poner al Banco Central Europeo a cargo de la supervisión de los bancos de la Unión Europea, impidiendo que se alcanzara el martes una de las reformas más audaces del continente.
En momentos en que hay poco tiempo que perder para cumplir el compromiso de completar un marco jurídico que permita la creación de una unión bancaria en toda la Unión Europea antes de fin de año, el ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaeuble, dijo en una reunión con sus pares que no apoyará un plan que dé al BCE la última palabra en la materia.
En tanto, el ministro de Finanzas francés, Pierre Moscovici, y el BCE protestaron contra un debilitamiento del plan, que permitiría unificar la forma en que Europa aborda la situación de los bancos que se encuentren en problemas.
La última decisión “no puede dejarse en manos del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo”, dijo Schaeuble en un intercambio público de opiniones con otros ministros de Finanzas de la zona euro realizado en Bruselas.
El funcionario alemán agregó que no podrá haber acuerdo a menos que los supervisores nacionales tengan la responsabilidad de la mayoría de los bancos.
“Una y otra vez hemos dejado claro que una muralla china entre la supervisión bancaria y la política monetaria es una necesidad absoluta”, dijo Schaeuble, que también expresó su escepticismo de que un banco central independiente como el BCE deba asumir tareas de supervisión.
Moscovici respondió que los líderes de la UE, que dieron a los ministros de Finanzas la responsabilidad de elaborar un marco de supervisión, pusieron siempre al BCE en el centro de sus intenciones.
“No tenemos ninguna atribución para llevar a cabo un sistema dual de supervisión que pudiera poner en tela de juicio la existencia de un sistema único para algunos bancos”, dijo Moscovici en la cita.
PROFUNDAS DIVISIONES
Las profundas divisiones expresadas por Francia y Alemania, las dos mayores economías de la zona euro, resaltaron la dificultad existente para alcanzar un acuerdo este año.
Poco después de conocerse las diferentes visiones de Berlín y París, el ministro de Finanzas de Chipre declaró que sus pares de la Unión Europea no consiguieron alcanzar un acuerdo y agregó que se programó una nueva reunión para el 12 de diciembre.
Sin embargo, el ministro chipriota Vassos Shiarly, quien presidió la reunión, se mostró optimista. “A pesar de los desacuerdos, hay suficiente buena voluntad como para que esto se haga”, sostuvo.
En principio, la mayoría de los países apoyan la idea de que exista una supervisión bancaria, pero muchos no están de acuerdo sobre la mejor manera de estructurar la iniciativa o hasta dónde unificar los sistemas bancarios.
El ministro de Economía de España, Luis De Guindos, dijo que el futuro del euro depende de un acuerdo.
“La unión bancaria es clave para disipar las dudas sobre el futuro de la zona euro”, dijo De Guindos, y expresó sus dudas acerca de un sistema que no cubra a todos los bancos.
Para complicar aún más el debate está Suecia, un país que no pertenece a la zona euro pero que tiene importantes intereses bancarios en Finlandia, que utiliza la moneda europea.
A Suecia le preocupa que si el BCE tiene la supervisión de los activos de su propiedad, debe tener un cierto nivel de igualdad de representación en el organismo.
El ministro de Finanzas de Suecia, Anders Borg, pareció suavizar su postura el martes tras amenazar con bloquear el acuerdo.
“No puede haber ningún trato injusto a los países que no pertenecen al euro. Debe haber garantías y tenemos que ser capaces de construir nuestras propias (…) exigencias de capital para los bancos”, dijo Borg a periodistas.