Hay cosas que cuando rechinan a priori, tarde o temprano acaban saliendo. Y cuando echas la vista atrás recuerdas cuánto te rechinaba aquello.
Algo así está ocurriendo en la Fed. Y tarde o temprano saltará la liebre. Es cuestión de paciencia, y más con estas cosas. Ya saben, EE.UU., potencia mundial, intereses, deuda e impacto mundial. Puede que resulte muy genérico lo que les digo. Concretaremos un poco más.
Que los datos de empleo la pasada semana sean positivos es malo. Nadie cree que el desempleo estadounidense sea del 6,7% con inyeccciones de liquidez de 75.000 millones de dólares mensuales, con una inflación por debajo del 2% y unos tipos al 0-0,25%. Nadie lo cree. Ni el ciudadano de a pie ni el mismo Bernanke. Se huele, se masca.
La que le viene a Yellen es buena. A ver cómo ajustamos todo de tal manera que ni los mercados se inmuten. Por cierto, el S&P y el Dow Jones están sobrecomprados, bubujeando, reventando la tesis del famoso Elliot y sus ondas y a espera de caer sin parar en los próximos meses. Debería pasar, deberían dejarlo caer.
El problema es: ¿Quién toma la decisión de darle al botón? ¿Quién deja de inyectar aún más liquidez sin reacción y generando deuda exponencial? ¿Quién se atreve a decir que todo lo malo ya pasó para volver a subir los tipos, la rentabilidad de los bonos y comenzar con el famoso "tapering"?
No todo va a subir eternamente, la realidad es que los datos macro y el alcismo de los índices es fruto de no haber asumido la realidad cuando tocaba. Ahora es todo más profundo, más caro y más determinante y relevante para el mundo decir a todos que el circo ya se ha acabado.