Al intensificarse la confrontación comercial entre Estados Unidos y China, aumenta la especulación en torno a que la batalla se está desplazando hacia el frente de las divisas; China ha permitido que su moneda, el renminbi o yuan, se deprecie en compensación por los aranceles de Estados Unidos. Una de las consecuencias de esta cuestión es que China empezará a deshacerse de sus bonos del Tesoro estadounidense en represalia.
Los mercados creen que la tasa de 7,0 yuanes por dólar es la línea que China debe defender si quiere evitar provocar una reacción en los mercados de divisas o en el frente comercial.
La moneda de China ha ido inclinándose en esa dirección desde que el presidente Donald Trump anunciara la imposición de nuevos aranceles a principios de este mes, manteniéndose ahora justo por debajo de 6,9, frente a la estabilidad del nivel de 6,7-6,75 de estos últimos meses. Los expertos han calculado que el yuan tendría que llegar a 7,10 para compensar los nuevos aranceles.
Los temores acerca de una guerra de divisas tienden a surgir cuando las tensiones comerciales aumentan o se estancan las conversaciones. Esto ocurrió el verano pasado cuando el yuan comenzó a depreciarse ante el aumento de las tensiones comerciales. Los líderes chinos en aquel momento se apresuraron a disipar estas preocupaciones.
La mayoría de los analistas cree que los chinos no depreciarán intencionalmente su divisa para ganar puntos en la guerra comercial. Eso no sólo provocaría a Estados Unidos, sino que aceleraría la salida de capital de la China continental y lastraría los esfuerzos para internacionalizar el yuan.
Asimismo, los expertos occidentales en general han descartado la noción de que China venderá los bonos del Tesoro estadounidense para militarizar el yuan. La venta por parte de China en marzo de 20.000 millones de dólares en bonos del Tesoro con un vencimiento superior a un año ha levantado más de una sospecha, pero apenas ha hecho mella en los 1,1 billones de las reservas de moneda de China.
Cualquier venta significativa que pueda afectar a los precios de los bonos del Tesoro afectaría a China, obligándola a disminuir el valor de las reservas restantes. Incluso si China se pusiera a vender, parece que hay un montón de otros compradores, ya que el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años ha descendido un 2,3% frente a hace unos meses, cuando se situara en más del 3,3%. Irónicamente, son esas mismas tensiones las que conducen a los inversores hacia el refugio de la deuda del Gobierno estadounidense que lastra el rendimiento de los bonos.
Trump no dudó en pensar que la devaluación del yuan había sido intencional y en considerarla un indicio de que China quiere un acuerdo comercial. "China inflará de dinero su sistema y probablemente recortará los tipos de interés", escribió el presidente tras anunciar los aranceles, "con el fin de compensar los negocios que están y seguirán perdiendo”.
Trump sacó después a colación a la Reserva Federal, abriendo otro frente en su batalla con los responsables de la política monetaria. En cuanto la Reserva Federal hiciera una “jugada”, se acabó el juego, ¡ganamos!
El presidente sería muy feliz si la Fed recortara los tipos de interés —como lleva tiempo pidiendo— y reanudara sus compras de activos para relajar la política monetaria, haciendo descender los tipos de cambio del dólar. Por supuesto, no es probable que la Fed entre en ese juego, pero una vez más Trump la ha señalado como el chivo expiatorio si Estados Unidos comienza a "perder" la guerra de divisas y permite a China combatir los costes de los aranceles mediante la depreciación de su moneda.
Algunos analistas se preguntan si Trump tomará represalias volviendo a subir los aranceles o ampliándolos a más productos si los chinos dejan desplomarse el yuan más allá del umbral de 7,0. Entonces la moneda de China podría alcanzar el nivel de 7,40, según sus cálculos, a medida que avance la guerra de divisas junto con la guerra comercial. La Administración Trump propuso una normativa a finales de la semana pasada que permitía a Estados Unidos la imposición automática de aranceles punitivos a los países sospechosos de manipular su moneda para obtener ventajas comerciales.
La ironía es que, salvo que la Fed tome alguna medida, la trayectoria actual de la política monetaria convierte al dólar en el ganador en el sentido más tradicional de la palabra, pues tiende a reforzarse gracias al efecto refugio seguro. Eso implica ciertos daños colaterales en otras divisas de mercados emergentes, que se verán lastradas con el yuan a menos que se adopten algunas estrategias defensivas frente al dólar.
¿Dónde se detendrá todo esto? ¿Y quién parpadeará primero?