Nadie acaba de entender el porqué de una guerra comercial que perjudica a todos los países erosionando su crecimiento y reduciendo la riqueza de sus ciudadanos. ¿Hay causas ocultas que se nos escapan? Puede haber alguna, si bien lo que creo que está realmente sucediendo es una mezcla del triunfo de los personalismos en política y del cambio estructural que se produce desde hace años en la economía mundial impulsado por la tecnología.
Trump quiere ser reelegido
El martes 3 de noviembre de 2020 tendrán lugar las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Visto el deseo del actual Presidente Trump de salir reelegido, éste enfoca la mayor parte de sus acciones políticas, si no todas, a lograr ese objetivo. Por ello, tiene interés en mantener la guerra comercial para dar satisfacción a algunos lobbies de su país con el tecnológico a la cabeza y, a la vez, aspira a que el deterioro económico que ello pueda causar no acabe perjudicando a las Bolsas y acarree un efecto riqueza negativo para los ciudadanos.
De ahí, por un lado, el reciente anuncio de algunas medidas más aperturistas como el final de los aranceles a las exportaciones de acero y aluminio desde Canadá y México, eliminando así un obstáculo importante para la aprobación de un nuevo pacto comercial de América del Norte por parte del Congreso. Pero por otro, la aprobación de una norma que prohíbe a las empresas de telecomunicaciones estadounidenses utilizar dispositivos elaborados por compañías que puedan suponer "un riesgo para la seguridad nacional", lo que abre la puerta a una posible prohibición de relaciones comerciales con el gigante asiático Huawei y otras empresas que están restando mercado a las FAANG (Facebook (NASDAQ:FB), Apple (NASDAQ:AAPL), Amazon (NASDAQ:AMZN), Netflix (NASDAQ:NFLX) y Google (NASDAQ:GOOGL)), como ya estamos presenciando.
El Gobierno chino tiene que vender su libro
Las autoridades chinas, orgullosas de su poderío económico creciente y conscientes de que en unos años acabarán siendo la primera potencia mundial, no quieren dar una imagen de entreguismo ante su pueblo que todavía está, en buena medida, subyugado por el régimen comunista. Éste tiene un control absoluto en el diseño del modelo económico del país y sabe que una ralentización de su economía erosionaría el crecimiento mundial y con él a los mercados financieros. De hecho, no hay más que ver la correlación existente entre los 100 valores del índice MSCI con mayor exposición a China (línea azul) con el comportamiento del propio índice global (línea blanca):
Fuente: Bloomberg
Cuando la economía china afloja (como sucedió a final del pasado año o en 2015), los mercados de acciones de los países desarrollados sufren.
La visión del consenso
Aunque muchos analistas piensan que la guerra comercial no tendrá un efecto significativo sobre la trayectoria actual del PIB de EE.UU., sabemos que los mercados tiemblan con la incertidumbre, que es lo que ahora impera, y aplauden las expectativas favorables que por el momento ni se vislumbran.
La realidad es que la intensificación de aranceles llevaría a un deterioro del comercio mundial y, con él, a una caída del crecimiento económico global, los beneficios de las empresas se resentirían y, por ende, también lo harían con fuerza las Bolsas, pues se descontaría con mayor probabilidad un escenario de recesión.
La incertidumbre podría terminar pero…
Dado que nadie desea el citado escenario recesivo, lo más probable es que finalmente EE.UU. y China lleguen a un lugar común que permita a sus gobernantes alcanzar la mayor parte de sus metas. Las presiones comerciales de la Administración Trump pretenden obligar a China a ampliar los estímulos en su economía y también forzar a la Reserva Federal (Fed) a recortar los tipos de interés oficiales. Con ambos ingredientes, el cóctel resultante sería un repunte de las bolsas.
No obstante, las cosas no siempre acaban sucediendo como se ambiciona y Trump podría ver cómo, pese a sus intentos de control de la autoridad monetaria, la Fed decida subir los tipos ante las alzas de precios de muchos productos de consumo impulsadas por la reducción de las importaciones baratas desde China y, en consecuencia, los mercados de acciones, finalmente, se hundirían.
Además, las exigentes valoraciones de muchas compañías cotizadas en las bolsas de EE.UU. nos conducen por arenas más movedizas si cabe. Lo esperado no siempre sucede: no sería de extrañar que las ventas de Huawei aumentaran gracias al anuncio de Trump por eso de la simpatía por el (teórico) débil y por la fuerte antipatía que suscita en mucha gente el Presidente americano. Paradojas del tecnológico y mediático/populista mundo en que vivimos.