(Por: Rolando Grandi, gestor del fondo Echiquier Artificial Intelligence de la Financière de l´Echiquier)
Agricultura vertical, vacas conectadas, tractores autónomos, drones de pulverización... La inteligencia artificial (IA) está redibujando el horizonte de la agricultura en todo el mundo. La agricultura y el smart farming o agricultura de precisión están desarrollándose gracias a la proliferación de sistemas inteligentes de alta tecnología y soluciones conectadas que podrían contribuir en buena medida a resolver una compleja ecuación: alimentar a los 10.000 millones de habitantes —el 80% de ellos en ciudades— que poblarán nuestro planeta en 2050, reduciendo nuestro impacto medioambiental.
Esta nueva revolución agrícola que se avecina requiere algoritmos y la inteligencia artificial está demostrando ser un motor de innovación y crecimiento formidable en todos los sectores agrícolas. La agricultura high tech vincula los big data, 5G y el Internet de las cosas (IoT) e inventa prácticas resilientes que optimizan el trabajo de los agricultores. ¿Un ejemplo? Líder en ámbito del posicionamiento de precisión, la estadounidense TRIMBLE diseña soluciones de orientación y automatización que permiten aumentar considerablemente la productividad.
Estas nuevas tecnologías basadas en la inteligencia artificial y la robótica propician la aparición de una agricultura de precisión, mercado de gran dinamismo. Drones herbicidas, ordeñadoras conectadas, hidroponía o técnica de cultivo sin suelo, tantas y tantas tecnologías que podrían hacer que el mercado de la inteligencia artificial en la agricultura alcance los 250.000 millones de dólares de aquí a 2050[1]. Solo el mercado de drones agrícolas debería superar los 32.000 millones de dólares hasta para el año 2025, según los expertos de Goldman Sachs (NYSE:GS) Global Investment.
La agricultura conectada 4.0
Las soluciones de inteligencia artificial facilitan la automatización de la selección de semillas, mejoran la gestión de recursos, reduciendo el uso de productos fitosanitarios o detectando el estrés hídrico de las plantas mediante sensores digitales. Permiten un mejor control de la gestión sanitaria o de los cultivos. Las soluciones conectadas de SPLUNK, experto en tratamiento de datos, o del gigante estadounidense, JOHN DEERE, inventor del arado de acero pulido, recurren a los macrodatos (big data) para rescatar la tierra.
Así, recientemente, el grupo de Illinois adquirió BLUE RIVER TECHNOLOGIES por 305 millones de dólares, para desarrollar pulverizadores concebidos para responder instantáneamente a los cambios de viento, capaces de dividir por 10 el uso de herbicidas.
Los algoritmos del aprendizaje automático permiten también predecir la evolución de las explotaciones agrícolas en función de múltiples parámetros, mientras prosperan numerosos proyectos al servicio de agricultura responsable. Es el caso de Digital Urban Farming, proyecto de ATOS, en las proximidades de Lyon, o el de la agricultura vertical japonesa: A-PLUS, por ejemplo, produce 20.000 lechugas al día, dividiendo por cinco el número de operadores con respecto a la agricultura tradicional. Un fenómeno acelerado por los efectos del cambio climático, y alentado por grandes grupos como MICROSOFT o NVIDIA (NASDAQ:NVDA).
Creo que hay que centrar la atención en estas empresas que, gracias a su liderazgo y a su formidable capacidad de innovación, continuarán impulsando su crecimiento con el tiempo. Las ventajas competitivas que ofrece la época de la inteligencia artificial seguirán alentando a las industrias internacionales en la carrera hacia la digitalización.