La Reserva Federal (Fed) publicó ayer las actas recogidas en la última reunión de su brazo ejecutivo, el FOMC, que tuvo lugar a finales de octubre. El resultado de dicha reunión, según confirman las actas, fue un giro hacia la confianza que faltó en la reunión de septiembre.
Hace dos meses, coincidiendo con la fuerte desaceleración china que salpicó a los mercados de medio mundo, la Fed decidió cargarse de responsabilidad y mantener los tipos de interés sin cambios para no asustar más de lo necesario a los ya tensos mercados mundiales. Independientemente de si eso tenía sentido o no, lo cierto es que esas ansias de responsabilidad ya han pasado y ahora una mayoría de los miembros con derecho a voto del FOMC han decidido apoyar una subida de tipos en diciembre.
Hemos comentado en otras ocasiones que la mayoría de los indicadores aconsejaban una subida de tipos. Si bien es cierto que la inflación no acaba de despegar de forma clara, los datos de PIB, empleo y masa salarial empezaban a desaconsejar una política de tipos 0.
De alguna forma, tras tantos años de política acomodaticia, los precios se han anestesiado un poco y hemos acabado asistiendo a una cierta desincronización de los mismos respecto a la confianza y al consumo real.
Esto no sería la primera vez que ocurre; Japón, por ejemplo, ya pasó por esto hace años y los actuales Abenomics han ido encaminados a solucionar un problema deflacionario que empezaba a convertirse en crónico.
Esa es una de las razones que aconsejaban una subida de tipos, al menos poder tener un margen de actuación más adelante si los IPC siguen deprimidos.
Esta confianza por parte de la Fed, además de impulsar a los índices americanos, parece que ha conseguido animar a los selectivos europeos en la apertura (veremos si se mantiene el optimismo), que andaban algo bajos tras los terribles sucesos de París.
El terrorismo ha tenido otro efecto imprevisto; una mayor relajación de las exigencias de déficit desde el BCE para con los estados miembros, asumiendo que la tensión actual aconseja un incremento en los presupuestos de defensa, lo que complicaría la reducción de las ratios de deuda.
Todo esto tiene un cierto sentido, pero momentos como el actual invitan a ser cautos. No hace mucho que un anuncio de subida de tipos en EE.UU. paralizaba a los inversores y teñía de rojo las bolsas y ahora, de repente, el mismo estímulo se entiende como positivo y da pie a subidas y optimismo…
No parece muy coherente, lo que demuestra que el sentimiento inversor está lejos de consolidarse en una dirección concreta.