Día a día la inversión en estructurados se hace más presente entre los inversores, tanto arriesgados como conservadores, debido quizá, a la oportunidad para los inversores privados de acceder a productos antes reservados para las instituciones que reportan una mayor rentabilidad que la del mercado y a la seguridad que aparentemente ofrecen.
Los productos estructurados son complejos y recomendados para clientes expertos y agresivos, pues su composición, formada entre otras cosas por derivados dificulta la comprensión de los riesgos que el poseedor afronta.
Entre los principales beneficios de este producto cabe destacar: el apalancamiento que nos permite multiplicar las ganancias respecto al subyacente, las coberturas que reducen las pérdidas potenciales, la posibilidad de diversificar, la rentabilidad que arrojan suele batir al benchmark, los rebates… Todo esto hace de los estructurados productos muy atractivos.
No obstante y a pesar de las coberturas, no debemos despreciar algunos riesgos como los que vienen dados por las fluctuaciones adversas e incontrolables de las variables que puedan influir de forma significativa y definitiva, evolución del subyacente (variable más relevante), la calidad crediticia del emisor, la duración de la inversión y los tipos de interés, la calidad crediticia del emisor, el riesgo de contrapartida, la complejidad de los derivados, el tipo de cambio, la liquidez y el coste de oportunidad de que nos venza el producto de manera obligada por el contrato establecido con el emisor. Nuestro subyacente puede tener una tendencia alcista que nosotros dejamos de aprovechar en la fecha de cancelación.
Apostamos, tras el éxito en el anterior estructurado del Ibex que reportó a nuestros clientes un 2.27% trimestral, 9.08 TAE y que se cancelo en el primer vencimiento, por los estructurados, de nuevo, del Ibex 35, de Repsol (MC:REP), de Banco Santander (MC:SAN), BBVA (MC:BBVA) y Telefónica (MC:TEF), en las divisas EUR y USD.