Hacía mucho tiempo que no se veía tanta unanimidad entre economistas y autoridades sobre las perspectivas para crecimiento mundial como la que nos ha dejado Davos.
Nos tendríamos que remontar mucho más en el pasado para observar que es el optimismo económico el que prevalece en esta valoración uniforme.
Los dos gráficos anteriores proceden del último informe mensual de Citi. El primero representa la evolución de la encuesta manufacturera global (ISM para Estados Unidos), mientras que el segundo gráfico nos muestra las continuas revisiones al alza de las previsiones de crecimiento anual. Mucho optimismo a la hora de valorar el futuro económico.
El FMI espera un crecimiento este año del 3,9%, lo que de materializarse supondría la mayor tasa desde 2010 y más de medio punto por encima del promedio de 1996/2016. El aumento del producto estimado en 2017 es del 3,7%, una décima al alza sobre lo previsto inicialmente gracias a los mejores datos observados en Europa y Asia.
¿Cuál es el principal riesgo para el crecimiento que señala la institución supranacional? Una mayor restricción financiera derivada de la normalización monetaria por los bancos centrales, algo que, dice el FMI, más tarde o más temprano acabará ocurriendo.
En Europa será un ajuste monetario gradual, como constantemente repiten desde el Banco Central Europeo (BCE). Su economista jefe reiteraba esta misma semana la importancia de que la inflación recupere de forma clara la tendencia al alza, bajo el objetivo último de que se sitúe de forma estable cerca del 2,0%.
El último dato conocido en diciembre dejaba la inflación en la zona euro en niveles del 1,4%. Para Praet lo fundamental ahora es ser paciente y persistente mientras el objetivo final de la política monetaria (inflación) no se ha alcanzado. Las decisiones de política monetaria en Europa dependerán de los datos y las decisiones, afirma, y se tomarán de forma consistente a lo largo del tiempo.
Frente a este elevado optimismo económico internacional se mantiene la atonía en los flujos de financiación internacionales.
El BIS actualizaba hace unos días su informe estadístico sobre la actividad bancaria, donde volvía a reflejarse el contraste entre la moderada actividad crediticia a nivel internacional con el sector no bancos al mismo tiempo que se reflejaba la debilidad financiera cuando la contrapartida son las entidades de crédito.
Las operaciones crediticias a nivel internacional crecían en el último trimestre hasta septiembre en 155.000 de millones dólares hasta 28,9 billones, fundamentalmente por el aumento del crédito a no bancos. El crédito entre bancos mantiene un comportamiento relativamente plano. Si el crédito total internacional ha crecido a un ritmo anual del 1%, el crédito a no bancos lo hace al 2%. Los préstamos entre bancos han descendido ligeramente durante el Q3.
El fuerte ajuste de los flujos financieros internacionales ha sido una constante desde el inicio de la crisis. Los flujos de financiación internacional (directa, de cartera, préstamos y otras inversiones) pasaban de 12 billones antes de la crisis a apenas 4 billones en la actualidad, los niveles más bajos de los noventa. Pero son los préstamos de los bancos los que protagonizan la mitad de la caída. En los últimos años se ha producido una recuperación del riesgo internacional de inversiones directas, bonos y bolsa al mismo tiempo que se mantiene el ajuste a la baja del riesgo bancario.
La regulación y los ajustes en los bancos los hace ahora mucho más sensibles al riesgo asumido. Pero como contrapartida también son más estables, sólidos y resistentes. Esto es lo que dice el FMI. En estos momentos el saldo de inversión internacional directa supone más del 50% del riesgo internacional, más de 20 puntos por encima de los niveles previos a la crisis.
El proceso de reducción de riesgo bancario internacional ha sido evidente en Europa y en menor medida entre los bancos norteamericanos. Bancos de otras nacionales se han expandido en todo este tiempo, en muchos casos acompañando a la internacionalización de las compañías de su país como es el caso de China.
De acuerdo con los datos del FMI, en los bancos europeos el stock de sus riesgos en el exterior se multiplicaron por cuatro entre el año 2000 y 2007. Esto también reflejaba la mayor integración financiera europea, materializada en su mayor parte a través de los bancos. Desde el inicio de la crisis la reducción del riesgo exterior ha sido significativa del 45%. Y más de la mitad centrado a nivel del área euro, especialmente en el riesgo interbancario.
¿Las palabras clave para explicar lo anterior son unos bancos ahora más conservadores? El impacto de los cambios regulatorios ha sido importante. Además, muchas de las medidas puestas en marcha por los bancos centrales han favorecido un mayor enfoque bancario doméstico en su actividad. Como han sido, en el caso del BCE, los préstamos a medio plazo enfocados en la financiación empresarial.
Para el FMI el menor saldo del riesgo financiero internacional no es una vuelta atrás en la globalización. Sería un proceso normal tras los excesos del pasado, que nos lleva a una integración financiera mundial más estable y resistente.
El menor riesgo internacional interbancario europeo contrasta con el objetivo último de culminar la unión bancaria. Supervisión y resolución única que han avanzado de forma intensa durante la crisis. Sin duda la continuidad de los ajustes de riesgo de balance de forma uniforme por los bancos y la aprobación final de un fondo único de garantía de depósitos pueden reforzar la unión bancaria.
Finalizar la incertidumbre regulatoria también es importante. Sin olvidarnos de la normalización monetaria, aunque su enfoque gradual debería ser compatible con la eliminación lo antes posible de las medidas que pueden generar distorsiones en los mercados y en la asignación de recursos financieros. Como es la penalización al exceso de reservas de los bancos en el BCE.