Cada vez más en las últimas semanas, los mercados han estado digiriendo la dirección política expuesta por François Hollande, que ahora ya ha sido confirmado como nuevo presidente francés. En un principio, tenían miedo por su retórica, centrándose en su "guerra contra la financiación", pero este desde entonces se ha suavizado, en parte, para no crear más incertdumbre de la que ya hay. Su victoria hace que otro líder de la zona euro sea el número 11 en perder el poder desde que comenzó la crisis de crédito.
¿Cambiará esto la dinámica de la dirección de la zona euro? En principio, sí. Hollande ha sido claro en su énfasis en el crecimiento, en lugar de austeridad, junto a su deseo de que el BCE haga algo más. Como siempre, la realidad de los números presupuestarios y la situación económica, hasta cierto punto, reduce las promesas y los compromisos de la campaña electoral. Más de la mitad de la deuda pública francesa está en manos de inversores extranjeros, por lo que Hollande (y más concretamente la propia Francia), no puede permitirse una "guerra contra la financiación", y Francia siempre ha sido personificado por su oposición verbal a lo "anglosajón" para acercarse a la financiación.
En esencia, el resultado de la elección no debería tener grandes implicaciones en el corto plazo, ya sea para el euro o los mercados de bonos, más allá de la incertidumbre que se ha vuelto a crear. En un cuadro más amplio, veremos cómo se realiza un retroceso en la austeridad manteniendo a los inversores extranjeros y las medidas que se requiere para mantener los rendimientos de los bonos en niveles compatibles con la sostenibilidad de la deuda. En general, los compromisos presupuestarios a largo plazo del gobierno son débiles y los mercados son escépticos, una lección que Francia pronto tendrá que aprender a las duras o las maduras.