La larga espera de una subida de tipos de interés de la Reserva Federal (Fed) es quizá el evento macro que ha servido como hito para el tercer trimestre, así como la dinámica de la divergencia entre políticas monetarias que se ha formado entre la Fed y las políticas que hemos visto en la zona euro.
Pero los mercados emergentes también siguen siendo un factor, ya que la extrema debilidad que hemos visto tras la retirada del apetito de riesgo a finales de verano podría muy bien haberse extralimitado.
La inminente subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense y un tercer rescate griego han seguido dominando los titulares de este año, pero la salud y el comportamiento de los mercados emergentes también ha recibido una creciente atención tras la corrección en los activos de riesgo iniciada por China durante el tercer trimestre.
Tanto los índices bursátiles chinos como de EE.UU. registran caídas en el año, mientras que las bolsas europeas están prácticamente planas (tras haber subido previamente más del 20%).
Pero las bolsas no son las únicas con problemas, ya que las perspectivas sobre las economías emergentes también han sido duramente castigadas, al seguir creciendo en número e influencia los que pronostican un “aterrizaje duro” en China.
Ya llevamos varios años con pronósticos de crecimiento chino por debajo del consenso, y por tanto podría argumentarse que la actual trayectoria de crecimiento del PIB valida nuestra visión. No obstante, consideramos que el pesimismo que se está formando rápidamente ante China y los mercados emergentes en general se ha vuelto excesivo.
Se da la espalda a los mercados emergentes
En los dos últimos años, las autoridades chinas han ido orientando la segunda economía del mundo en una dirección más afín a los mercados. A largo plazo no hay duda de que esto aportará abundantes beneficios, pero en el corto plazo hace que la economía sea menos manejable.
Este es el principal factor tras la conmoción en los mercados de valores y la ralentización del crecimiento económico que hemos visto en los últimos trimestres.
En estos momentos, es dudoso que el objetivo oficial de expansión del 7% en China pueda cumplirse este año. El crecimiento del crédito se ha vuelto a acelerar durante los meses de verano, mientras las autoridades incrementaban su respuesta al frenazo económico, y tanto el mercado de la vivienda como el sector servicios crecen robustamente.
La preocupación con respecto al débil ciclo manufacturero chino, no obstante, arroja sombras sobre otras partes de la economía. Por consiguiente, podríamos ver un repunte en el crecimiento en la etapa final de 2015, y ya en 2016, antes de que el crecimiento se frene nuevamente en línea con nuestros pronósticos.
China no es la única economía emergente a la que se le da la espalda en este momento. Otras prominentes economías emergentes están pasando un mal rato, y Brasil y Rusia están ahora en recesión.
Se puede acusar a la ola de ventas de materias primas, pero otros factores internos (corrupción y falta de reformas en Brasil) y externos (sanciones contra Rusia) contribuyen a la debilidad global.
Aunque no esperamos que la ola de ventas de materias primas continúe, también seguimos poco convencidos sobre la posibilidad de un enérgico rebote en los precios, ya que la magnitud del exceso de oferta en todo el espectro de las materias primas simplemente es demasiado grande.
Además, graves retos fiscales amenazan Brasil tras haber sido despojado en el tercer trimestre de su calificación crediticia como “grado de inversión” por parte de S&P.
Se espera que la recesión continúe en 2016, ya que tanto el gasto privado como la inversión siguen contrayéndose. India, entretanto, debería seguir publicando elevadas tasas de crecimiento tanto en el cuarto trimestre como en el próximo año, impulsadas por un rebote en el sentimiento tras las elecciones del pasado año. Vale la pena observar, sin embargo, que aún aguardamos esas reformas a gran escala que se prometieron.
Los bancos centrales juegan a un tira y afloja
El Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC) no está muy lejos de su muy esperada subida de tipos, aunque finalmente septiembre ha resultado una decepción para los "halcones" monetarios con los mercados globales barridos por unos riesgos más elevados.
No hay duda, sin embargo, de que el FOMC está a tan solo unos centímetros de la primera subida de tasas de interés en prácticamente una década, y en cuanto a ocasiones para la normalización, pueden darse argumentos tanto a favor de la reunión del FOMC de octubre como la de diciembre.
Y al otro lado del Atlántico, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, hace todo lo que puede para enviar el mensaje de que el actual plan de flexibilización cuantitativa podría incrementarse en alcance o duración.
Estas políticas divergentes de los bancos centrales son indicativas del comportamiento presente de las dos economías. La economía de EE.UU. crece robustamente, impulsada por la reaparición en la escena económica del importante consumidor, y de una recuperación del mercado de la vivienda.
Todo esto ha sucedido pese a los fuertes vientos en contra procedentes del USD, que se ha fortalecido cerca de un 20% desde mediados de 2014.
El lastre de la divisa seguirá presente durante 2016, aunque el efecto se irá disipando en los próximos trimestres como resultado de la estabilización de este año en el Índice del USD.
Ciertamente hay posibilidad de un nuevo brote de fortaleza cuando el FOMC comience a endurecer su política y si los mercados emergentes se debilitan más en relación a las expectativas.
La zona euro, por otro lado, lucha para convertir el apoyo que recibe del EUR y la debilidad del petróleo en un crecimiento sostenible. El panorama a corto plazo parece benigno, pero un poco más adelante aparecen baches en el camino, ya que las reformas estructurales se han dejado pendientes en la mayor parte de los países.
Italia y Francia en particular siguen decepcionando en este sentido, lo que explica nuestra persistente y agria perspectiva.
Entretanto, España está posicionada para seguir siendo la estrella del elenco en 2016, ayudada por un mercado de la vivienda en (lenta) recuperación, pero las elecciones españolas de 2015 –que han de celebrarse no más tarde del 20 de diciembre– siguen suponiendo un punto clave de incertidumbre para el sentimiento europeo hacia el riesgo en el cuarto trimestre.