Durante la sesión de AYER el temor de los inversores a que las principales economías desarrolladas estén abocadas a una nueva recesión condicionó el comportamiento de los índices bursátiles europeos y estadounidenses, para mal, en un principio, y para bien, al final de la jornada. Así, la publicación por la mañana de los índices adelantados de actividad del sector de los servicios de septiembre en la Zona Euro vino a confirmar que la desaceleración económica ya ha llegado a este sector. Aún más, se pudo apreciar como en economías como la alemana y la francesa la actividad se ha ralentizado durante la segunda mitad de septiembre y, dado el comportamiento de los nuevos pedidos, todo parece indicar que esta desaceleración del ritmo de expansión irá a más. La economía de la Zona Euro podría estar no creciendo en estos momentos o haciéndolo muy ligeramente.
Pero las malas noticias no se limitaron a la Zona Euro. Por la tarde, la publicación de los mismos índices en EE.UU. -tanto del ISM no manufacturero como del PMI servicios- confirmaron que la desaceleración del ritmo de expansión del sector manufacturas está comenzando a trasladarse también al sector de los servicios en este país, sector este último mucho más relevante para la economía estadounidense. De esta forma, y según los mencionados indicadores, la actividad en el sector servicios estadounidense, a pesar de que continúa expandiéndose moderadamente, lo está haciendo al ritmo más lento desde 2016. La reacción inmediata de los inversores a la publicación de los mencionados índices que, como explicamos en detalle en nuestra sección de Economía y Mercados, en el caso concreto del ISM no manufacturero defraudó por mucho las expectativas de los analistas, fue muy negativa: los índices bursátiles estadounidense se giraron a la baja, arrastrando a los europeos, mientras que los precios de los bonos y los futuros del oro subían con fuerza. En ese momento “las malas noticias” fueron tomadas como tales. No obstante, y a medida que avanzaba la sesión, estas “malas noticias” se convirtieron, como sucede a veces, en “buenas noticias” para los mercados de valores ya que los inversores, en una segunda interpretación de los datos, comenzaron a descontar una nueva actuación de la Reserva Federal (Fed) en materia de tipos de interés cuando a finales de este mes se reúna su Comité de Mercado Abierto (FOMC). En este sentido, señalar que los futuros muestran en la actualidad una probabilidad de casi el 90% de que la Fed baje nuevamente sus tasas de interés de referencia en un cuarto de puntos porcentual cuando hace una semana esta probabilidad no llegaba al 50%. Fue, por tanto, este razonamiento el que llevó a los inversores a cambiar de actitud y a volver a incrementar sus posiciones en renta variable, lo que provocó un brusco giro de los principales índices bursátiles estadounidenses, esta vez al alza, y, en menor medida, de los europeos, cerrando estos últimos de forma mixta y sin grandes cambios mientras que los primeros lo hicieron con importantes avances, avances que compensan en parte las fuertes caídas de las dos primeras sesiones del mes de octubre.
HOY esperamos que las bolsas europeas abran al alza, siguiendo de esta forma la estela dejada AYER por Wall Street. No obstante, la publicación esta tarde en EE.UU. de las cifras oficiales de empleo de septiembre creemos que limitará “la euforia” de los inversores, por lo que esperamos que los principales índices bursátiles de la Zona Euro muestren alzas moderadas durante las primeras horas de la jornada. En este sentido, señalar que está por ver cuál será la reacción de los inversores a la publicación de las cifras de creación de empleo en EE.UU. septiembre -se esperan 148.000 nuevos empleos no agrícolas en el mes-. En principio, si las cifras defraudan, no pensamos que se repita el comportamiento de AYER, cuando una mala noticia se convirtió en buena para las bolsas. Así, si los datos están muy por debajo de lo esperado volverán los temores a una inminente recesión y las bolsas se girarán a la baja ya que el margen de maniobra de los bancos centrales para evitar una nueva recesión es limitado, incluso el de la propia Fed, y eso lo saben los inversores.