Cerramos el 2019 con horizontes de desaceleración en la mayoría de las economías del mundo, donde el crecimiento del Producto Interno Bruto mundial cayó al 2,3%, su nivel más bajo desde la crisis financiera global, con claro protagonismo de los conflictos comerciales prolongados.
El aumento de los aranceles y los rápidos cambios en las políticas comerciales frenaron el crecimiento del comercio mundial a 0,3%, su nivel más bajo desde 2009, y las inversiones se redujeron significativamente.
El comercio bilateral entre Estados Unidos y China se ha desplomado más de un 13%, provocando importantes trastornos en las cadenas de suministro mundiales, especialmente en las industrias electrónica y automovilística, que se han visto duramente afectadas.
La reactivación de las tensiones comerciales, la inestabilidad financiera o la intensificación de las tensiones geopolíticas eran los elementos que marcaban esta desaceleración y cambio de ciclo.
Otras dos tendencias despertaban grandes interrogantes sobre el curso del crecimiento económico, el aumento sin precedentes de la deuda a nivel mundial y la prolongada desaceleración del crecimiento de la productividad.
Con este panorama, las perspectivas para 2020 no se antojaban del todo pesimistas, pero la aparición de la pandemia de la Covid-19 lo ha cambiado todo. Después de tres meses de parón en la economía mundial, la reapertura de las principales economías del mundo se va acelerando y, de momento, no se han producido rebrotes significativos de la epidemia de la Covid-19; sin embargo, las expectativas económicas son devastadoras.
La ingente liquidez inyectada por gobiernos (políticas fiscales) y bancos centrales (políticas monetarias) va a ayudar a la recuperación, si bien estimamos que no volveremos a ver los niveles de PIB anteriores a la crisis antes de 3 años. Para 2020, se estima una recesión cercana al 6% en 2020, la peor desde la II Guerra Mundial.
Se prevé que la actividad económica en las economías avanzadas se contraiga en torno al 7% en 2020, debido a que la demanda y la oferta, el comercio y las finanzas a nivel nacional se han visto fuertemente afectados. Se proyecta que la economía estadounidense se contraiga en 6,1% este año, mientras que el área del euro podría experimentar una contracción del 8%.
Por otra parte, se espera que los mercados emergentes y las economías en desarrollo se contraigan en 2,5% este año; concretamente, la actividad económica en América Latina y Caribe podría desplomarse en 7,2% este año.
Para China proyectamos una contracción del 2%. Esta crisis, sin duda, está afectando con mayor fuerza a países donde la epidemia del coronavirus ha sido más severa y donde hay una mayor dependencia del comercio global, del turismo, de la exportación de materias primas y de la financiación externa.