"Se cumplen ahora siete años del principio del fin de uno de los episodios bursátiles que pasarán a los anales de la historia de la Bolsa española por volumen de dinero movilizado, pero no pagado (todo era apalancamiento y más apalancamiento). También, por la acumulación de despropósitos en todas direcciones. Siete años después, de la opamanía que dirigieron los entonces reyes del ladrillo, no queda ningún rescoldo. Las acciones han caído a niveles próximos a cero y el sector inmobiliario está a punto de desaparecer. Sector, no lo olviden, que se encaramó a las primeras posiciones del Ibex durante los tres años anteriores al estallido de la Gran Crisis. Recuerde que se escribía, entonces, que la española ha sido una Bolsa de grúas, con algunos tratantes a la sombra de la trena. Una Bolsa, también, de OPA de tahúres. Primero lanzaba uno una oferta, luego venía el rival, que desenfundaba las pistolas y ponía un precio más alto a la cabeza de la empresa opada. A continuación, el primero que lanzó la piedra volvía a lanzar otra pedrada más grande. Al final, llegó la autoridad competente y dijo que había que subastar a la Reina de Corazones. La banca se ha quedado con todo, fruto de la ejecución de garantías...".
"Siete años después, los antiguo reyes del ladrillo que (se) disparaban a matar para conseguir la mejor pieza, están arruinados. Unos y otros se acusan de traiciones, de haber hundido los precios de las acciones inmobiliarias en Bolsa. Ha sido el fenómeno caótico, ruinoso y violento más rápido de la Bolsa española. La velocidad de caída de las cotizaciones de las compañías inmobiliarias no tiene precedentes en el mercado español, ni siquiera con los sucesos del crash de octubre de 1987. Lo peor, además, es que la mayor parte de los actores no han tenido capacidad de reacción. Muchos proyectos han quedado en el aire y los inversores más entusiastas se han vuelto a quedar colgados de la brocha...".
"El apalancamiento basado en un apalancamiento previo y éste en otro apalancamiento anterior evolucionó hasta finales de 2006 como una gigantesca bola de nieve, que ha aplastado a muchos, incluso a gran parte del entramado económico nacional. Esa es la clave: siete años después seguimos en España sin encontrar el recambio al ladrillazo. La primavera ha entrado de golpe., con temperaturas propias de verano, y todo el mundo sigue mirando al cielo esperando el milagro ¿dónde está el recambio? ¿cuándo y cómo saldremos de esta Gran Crisis Económica, esta Gran Crisis Sitémica?...".
"Hay efectos colaterales, fichas de dominó que se empujan unas a otras en una cadencia de desequilibrio final. Primero sucumbieron las empresas y empresarios endeudados hasta las cejas y, casi a continuación, quienes prestaron el dinero. Se insiste en que hay que relanzar el crédito, pero unos y otros insisten en que aún queda mucho tiempo para que el dinero prestado por los bancos comience a fluir...".
"Siete años después, nos queda una Bolsa española muy concentrada en pocas manos, en los grupos financieros y de poder , que han quedado vivos. Una Bolsa de los valores de siempre: Telefónica, Repsol, Iberdrola, Gas Natural, los dos grandes bancos y poco más. Dicen que la Bolsa está barata, pero los sabios advierten de una oleada de concursos de acreedores (suspensiones de pagos). Por eso, el dinero privado no va a la Bolsa...".
"Pero vuelvo a la pregunta inicial: ¿dónde está el recambio? ¿por dónde va a venir el crecimiento económico? El verano ya está aquí y, además, hemos estrenado semestre,, el segundo del año...".
(De la conversación mantenida con uno de mis gurús favoritos)