Una necesidad si quieres entender el mercado.
La semana pasada ha sido testigo de altibajos significativos en las bolsas de valores mundiales.
Pero también fue notable el petróleo, que subió a 93,26 el viernes. Algo así como +22,3% desde el mínimo del 26 de septiembre en 76,25.
Aunque empezó antes, el aumento más importante se produjo tras la decisión de la OPEP de recortar drásticamente la producción: estamos hablando de unos 900.000 barriles menos al mes, más o menos lo que la administración americana pone en el mercado todos los meses sacándolo de reservas.
Reservas que se han empobrecido, en el intento de lograr calmar temporalmente los precios: objetivo que ahora ha fracasado tras el repunte actual.
El intento de calmar los precios también respondía a la lógica de reponer reservas a un precio más bajo.
La administración Biden se encontrará ahora con un doble problema, en el ahora candente momento de la campaña para las elecciones de medio término: por un lado, los consumidores se encontrarán con un precio más alto, por otro lado la necesaria reposición de reservas costará más y contribuirá a un mayor aumento de los precios.
Esto no ayudará a la lucha contra la inflación: para gran decepción de Biden, que también había jugado esta carta con ese fin, comprando crédito para poder bajar los precios del petróleo y, por tanto, del galón de gasolina de los consumidores estadounidenses.
Desde un punto de vista político, las señales enviadas por Biden a Irán para intentar acuerdos (poco probables) no podrían haberse hecho en un momento más inoportuno.
De hecho, la OPEP, nunca partidaria de las políticas de Biden, debió estar muy molesta por estas iniciativas y la decisión de recortar la producción es también una clara señal política y no solo económica para Estados Unidos.
Una señal de que, entre otras cosas, indignó las invitaciones de Biden a no dar lugar a recortes de producción de forma muy contundente.
Todo esto no es un buen augurio para las tendencias inflacionarias de EE. UU. en octubre y noviembre.
No sé si esto es mala suerte o qué, pero Biden no ha demostrado que tenga una gran capacidad de sincronización del mercado: la necesidad de reponer existencias se producirá a precios más altos y crecientes, aumentando los costos de la energía, precisamente en el momento de las elecciones.
Digamos que si es mala suerte, es el caso clásico que nos ha visto bien.
PD: En ocasiones, erróneamente, se considera que la manipulación de los mercados por parte de las instituciones es una especie de "tesis de la conspiración" a la que no se le debe dar demasiado peso.
En realidad, no es nada de esto. Como trader minorista, ponemos operaciones en el mercado que representan unos pocos centavos.
Las instituciones comercializan montos y cantidades gigantescas: su capacidad para influir en la acción del precio es perfectamente lógica.
Aprender cómo funcionan las instituciones no es una posibilidad, sino una necesidad para entender el mercado