Esta fue la palabra que se le vino a la cabeza al compositor Robert Sherman en los años 60. ¿El significado?, decir algo cuando no sabes qué decir. Precisamente ésta es la palabra más gráfica para expresar lo que sucede en el panorama económico-financiero-social-intelectual actual. Nada personal ni nacional. Totalmente aplicable a este mundo tan global, jeje.
Sería hipócrita a estas alturas hacer uno de los ya repetidísimos diagnósticos que estamos hartos de escuchar después de estos más de cinco años de enfermiza crisis mental. Las hemos visto de toda índole, cada cual más esperpéntica. "De jemos de ser críticos y seamos constructivos", diría aquel. Otra expresión ya muy oída. Créanme, dura apenas una tarde. A la mañana siguiente vuelta a empezar.
Y es que el problema no es ese. Parece que nuestro punto de partida está más atrás que de aquél de donde partimos. Ahí juegan sus cartas los medios. Me refiero a aquellos medios que hablan de lo que no conocen por aquello de llenar contenidos sean cuales sean y digan lo que digan, la publicidad es la que manda. Hasta mi abuela me explica qué es lo de la prima de riesgo, ya ves tú, como si fuera la última serie de moda, y Pepe el del bar me comenta cual es el origen del crack financiero del 2008, lo del Lehman ése. Mi colega el químico hace análisis político y social de lo que debería ser la nueva estructura social en este nuevo siglo XXI. Imagino que les suena, todo es un "batiburrillo" tal cual expresan mis palabras, ¿verdad? Como aquel que me habla de cocina y de sabores sin haber hecho un huevo.
El conocimiento es sabiduría, dicen... ¡jodó qué taca!. Menudo caos mental y mediático acelerando al máximo sin cómo, dónde, cuál y por qué se hace ni con qué sentido. Quizá ni me entienden ni me sé explicar de la manera que debería, tal vez me esté contagiando. No pasa nada, ya lo retomaremos en septiembre, que ahora vienen las vacaciones para todos, los que deciden y los que critican. Que la culpa es de los mercados y ya está, pues eso, supercalifragilisticoespialidoso.