- La victoria espectacular de los Conservadores de David Cameron desbarata las previsiones
- Cameron tiene que mantener su promesa y llamar al orden a la UE
- Reina la desilusión con Bruselas y su control sobre el crecimiento de Europa
- Bruselas tiene que empezar a escuchar, algo que va en contra de lo establecido
Los resultados electorales de Reino Unido son apasionantes desde muchos puntos de vista. Las laboristas han recibido un castigo ejemplar, han sido incluso humillados ante la ausencia de una política económica coherente y el barrido en Escocia es sencillamente vergonzoso. No obstante, una vez más, el SNP envía un mensaje que el primer ministro David Cameron va a tener que escuchar.
Como cabe entender, la reacción de los mercados financieros ha sido positiva y la libra ha protagonizado un fuerte repunte, ya que todo indica que Reino Unido inicia una etapa de política económica responsable y estable.
Me alegra ver cómo parte de los votantes europeos agradecen un liderazgo que apuesta por la prudencia en materia económica y considero que el señor Cameron se merece su victoria. El mecanismo de contención hacia el UKIP ha funcionado a la perfección, pero ahora toca hacerse eco del mensaje de que la sociedad británica espera un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en Europa.
A ustedes, al igual que a mí, acostumbrados a un sistema de representación proporcional, nos resulta raro que la tercera fuerza política apenas se haga con un escaño, aunque no hay duda de que Nigel Farage ha tenido una enorme influencia beneficiosa en la política británica sobre la UE.
Esperemos que Bruselas también capte el mensaje, aunque lo dudo. La UE nunca da un paso atrás, sino que tiende a hacerse con más y más control en diferentes áreas.
La burocracia en Bruselas no conoce la autocrítica. No caben los reproches. Da igual las veces o la frecuencia con la que se equivoque. Sencillamente, se limita a desplegar su autoridad y seguirá adelante hasta que alguien diga que ya está bien, hasta que alguien diga que hasta aquí hemos llegado.
Los resultados electorales de Reino Unido son nuestra oportunidad para decir que se ha terminado.
El año pasado, celebramos el vigesimoquinto aniversario de la caída del Muro de Berlín. En aquel momento, 1989, quien iba a pensar que tan solo 25 años después habríamos olvidado la victoria del capitalismo, los peligros y derrotas de un gobierno y control supranacional, la quiebra absoluta del socialismo y la importancia de la competitividad, la asignación eficiente de capitales y la especialización. Y aquí andamos, con la UE repitiendo todos los experimentos fallidos de épocas pasadas.
Ya basta.
Espero que Cameron, con su asombrosa victoria en la mano, mantenga la promesa que hizo en aquel discurso inspirador en Bloomberg en enero de 2013 al instar una reforma en profundidad de las instituciones de la UE.
Comentó acertadamente que la desilusión generalizada con la UE alcanzaba máximos históricos porque la gente tenía la sensación de que la UE iba en una dirección a la que nadie había apuntado. Habló en nombre de la mayoría de los europeos, o al menos de los británicos y daneses, que, como bien dijo, se preguntan: “¿Por qué no podemos limitarnos a tener aquello a lo que votamos sumarnos, es decir, un mercado común?”
Sabemos que los británicos están de acuerdo con su primer ministro reelecto en que cualquier ideología que afirme ser mayor que estado-nación niega la naturaleza humana y debemos aferrarnos con Cameron a ello.
Un referéndum sobre la UE en Reino Unido es la mayor esperanza para la Europa real. Haré cuanto esté en mi mano para garantizar que Dinamarca sigue los pasos de Reino Unido sea cual sea el camino que elija en aras de restaurar la Europa histórica de diversas culturas, destrezas, espíritu competitivo y libertad.