Las presentaciones del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, al cabo de cada una de las reuniones de política monetaria del organismo, surten en el mercado de divisas distinto efecto.
Tal vez el lector recordará sus discursos de diciembre de 2015, cuando en minutos el euro rebotó de 1,05 a 1,10, y de marzo de este año, cuando ante una respuesta a la prensa en la conferencia que sigue a su alocución, la divisa única pasó de 1,0820 a más de 1,12 en un cortísimo lapso de tiempo.
Pero no siempre sucede eso. En el último encuentro, en junio, pasó muy poco, ante un discurso apático. Algo de eso, creemos, puede ocurrir en la fecha. Draghi no tiene mucho para anunciar, más que lo que pueda decir en defensa de las medidas que él mismo y su equipo han tomado, buscando reactivar la economía de la eurozona.
Los avances son realmente lentos, y las buenas noticias no abundan para el bloque, y así, visto en perspectiva, el euro cayó de 1,17 en su máximo del año, a 1,0915 el día posterior al Brexit, si bien es cierto que esa baja fue un arrastre al que lo llevó la libra esterlina en su abrupta caída.
También es cierto que el euro se moverá en pocas horas bastante más de lo que nos tiene acostumbrados, aunque sin muchas sorpresas: el quiebre de 1,0915, mínimo de junio, podría extender sus pérdidas a 1,0820, el mínimo de marzo. Por encima de 1,1085, 1,1130 y 1,12 son las resistencias.
Hay algún motivo para que el euro salga de estos rangos? Pues, tal vez alguna alusión al Brexit, que en estos días parece ser el motivo de todos los males del mundo, pero que paradójicamente está beneficiando a los mercados bursátiles, y a los países emergentes.
Se sabe, con la incertidumbre, la Fed no actúa, eso es garantía de dólar más barato, y los capitales van a acciones, al tiempo que se aprecian las materias primas. Fuera de ello, no hay otras causas por las que la moneda europea pueda salir de esta suerte de lateralización en que se ha metido hace ya bastante tiempo.
Por el lado del yen, finalmente cubrió el gap que había dejado el 10 de junio en 106,90, pero ahora deberá buscar otro, en dirección contraria: el lunes quedó uno, e importante, en 104,85, y costará ver a la moneda nipona arriba luego de su baja fuerte del miércoles.
La sesión americana tiene además sus informes habituales en estas fechas: las peticiones semanales de subsidio por desempleo, y el índice de la Fed de Filadelfia, que ante la ausencia de otras referencias puede ser generador de movimientos fuertes. Algo así sucedió con el habitualmente poco impactante inventario de petróleo, que en la víspera sacudió a los pares principales.