Análisis realizado al cierre del mercado estadounidense por Kathy Lien, directora general de Estrategia FX en BK Asset Management.
El dólar estadounidense perdía posiciones con respecto a las demás monedas principales este martes tras las declaraciones relativamente neutras del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. Aunque Powell describió las perspectivas como altamente inciertas y dijo que "el camino a seguir dependerá de mantener el virus bajo control y de las medidas políticas tomadas en todos los niveles del Gobierno", ninguna de estas observaciones fue sorprendente. Powell comparece varias veces esta semana para hablar del coronavirus y la economía, pero con la política monetaria establecida, las declaraciones de sus homólogos podrían influir más en el movimiento del mercado. De hecho, nos sorprendió que el presidente de la Fed de Chicago, Charles Evans, dijera que la economía ha recuperado el 90% de los niveles de prepandemia (porque la verdad es que no lo parece) y la Fed podría subir los tipos de interés antes de alcanzar una inflación promedio del 2%. El presidente de la Fed de Richmond, Tom Barkin, coincidió con Powell en que el rumbo de la economía es "depende enormemente" de la trayectoria del virus, pero también señaló que "el gasto está regresando más rápido que el empleo". Estas notas de optimismo contribuyeron a un repunte de la demanda de dólar. La actividad manufacturera de la región de Richmond también mejoró más de lo esperado, mientras que las ventas de vivienda existente aumentaron un 2,4%, coincidiendo con las expectativas. Estados Unidos no publicará informes económicos de relevancia este miércoles, así que la atención se centrará en la comparecencia de la Fed y en los titulares de Washington.
El repunte del dólar llevó la libra y los dólares australiano y canadiense a mínimos de un mes y el euro a mínimos de dos meses. En términos porcentuales, el dólar australiano fue el mayor perdedor, pero el hito del euro fue más significativo. La segunda oleada del virus sigue intensificándose en Europa, y la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha cambiado su postura sobre la apreciación del euro, así que las pérdidas eran inevitables. En la nota de ayer escribíamos que el par podría descender hasta el nivel de 1,15 y lo rápido que esto suceda dependerá del informe PMI de la zona euro de este miércoles. Si la actividad de los sectores manufacturero y de los servicios se desacelera en el mes de septiembre, podría ser el clavo en el ataúd del euro.
La crisis del coronavirus ha golpeado a la libra duramente después de que el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, anunciara nuevas restricciones que podrían durar hasta seis meses. Esto incluye que los trabajadores de oficina deberán trabajar desde casa siempre que sea posible, sanciones por no llevar mascarilla o reunirse en grupos de más de seis. Todos los pubs y hoteles deben cerrar antes de las 10 de la noche y no volverán por ahora los deportes con espectadores. Muchas pequeñas empresas han sufrido durante la pandemia y la perspectiva de que estas restricciones estén en vigor durante los próximos seis meses podría llevar al cierre de más negocios. Entre los quebraderos de cabeza por el coronavirus y la creciente probabilidad de un Brexit sin acuerdo, la libra esterlina va camino de más pérdidas. Al igual que en la eurozona, las cifras del PMI del Reino Unido se publicarán la semana que viene y las cifras más suaves también contribuirán a las pérdidas de la moneda.
Las tres monedas vinculadas a las materias primas ampliaron pérdidas, con el dólar australiano a la cabeza de la caída. Ni Australia, ni Canadá ni Nueva Zelanda publicaron informes económicos este martes, pero las actuales tensiones entre China y Australia restan atractivo al dólar australiano. Si bien Nueva Zelanda es uno de los países que más éxito ha tenido en la lucha contra el COVID-19, los datos económicos se deterioraron entre agosto y septiembre. El gasto de los consumidores ha disminuido, la confianza de los consumidores ha disminuido al ralentizarse la actividad de los sectores manufacturero y de los servicios. La buena noticia es que la confianza empresarial mejoró, pero eso es todo.