El crecimiento del PIB de China en 2019 del 6,1% impulsó, al final de la pasada semana, a los mercados de renta variable mundiales. A pesar de ser la tasa de crecimiento del gigante asiático más baja de los últimos 29 años, el aguantar por encima del 6% en el entorno de la guerra comercial con Estados Unidos se interpretó como un signo de fortaleza por parte de los inversores. En Wall Street se volvieron a romper records en los principales índices y en Europa se marcaron nuevos máximos anuales, quedando el DAX muy cerca de su máximo histórico. Las Tires de los bonos repuntaron ligeramente en la última semana pero dentro de su rango de estabilidad.
El impulso de la semana pasada, una vez que se cumplió la agenda con la firma del acuerdo comercial en Fase 1 entre EE.UU. y China, se debió a un aspecto positivo en uno de los factores que marcan el comportamiento de los mercados. Me refiero al factor del comportamiento real de la economía que viene representado por los datos macroeconómicos que se van conociendo.
Pero hay otros dos factores que también están marcando la evolución de los mercados en los últimos años. Por un lado, el aspecto emocional de los inversores y, por otro, la liquidez en el mercado. El aspecto emocional es aquel que lleva al inversor del pánico a la euforia y de la euforia a la desesperación. El nivel de liquidez en el mercado lo definen las políticas monetarias de los bancos centrales. En estos últimos dos aspectos estamos en máximos actualmente, el inversor está en modo euforia previendo un futuro halagüeño y contamos con la mayor liquidez de la historia, gracias a las políticas expansivas de los principales bancos centrales mundiales.
La continuidad del buen comportamiento de los mercados este año 2020 depende de un buen desempeño de los tres factores. La liquidez en el mercado parece asegurada. No veo a los bancos centrales modificando mucho su estrategia monetaria.
El aspecto emocional es algo más incontrolable, pero el camino de resolución del conflicto arancelario y del Brexit ha generado el efecto de un ansiolítico en los inversores. Un cambio de polo emocional a corto plazo parece poco esperable salvo que aparezca un temido cisne negro. Por lo tanto, solo puede estropear el buen desempeño de las bolsas este 2020 que la realidad económica no cumpla con las expectativas. La pasada semana el dato del PIB chino supuso un alivio en este factor del comportamiento de la economía y desencadenó por lo tanto un nuevo avance.
Esta semana va a ser un referente en este mismo factor, que en mi opinión es actualmente el más relevante en el comportamiento de los mercados. Esta semana disfrutaremos de una tamborrada de acontecimientos económicos y datos macro. Se publican resultados empresariales estadounidenses de compañías relevantes e importantes datos de confianza empresarial, como los PMI manufactureros y de servicios de las principales economías mundiales, que se conocerán el viernes.
Los bancos centrales de Europa y Japón salen a escena con sus reuniones de tipos y política monetaria, aunque nos es de esperar que cambien el ritmo actual. Si los tambores y los barriles de las compañías que desfilan esta semana suenan bien y acompasados será suficiente para que la fiesta continúe en los mercados financieros.
Además, el martes se inicia el foro económico mundial (W.E.F) en Davos (Suiza). En este foro se reúnen políticos, empresarios y representantes de organizaciones sociales y culturales para buscar soluciones a problemas globales. Este año el Foro de Davos estrenará un nuevo manifiesto y se marcará un único objetivo: construir un mundo más sostenible e inclusivo.
La perspectiva sobre la situación economía de las autoridades que participen en el foro puede influir en el comportamiento de los mercados esta semana. Pero lo que realmente va a suponer es un nuevo impulso para una orientación hacía prácticas de sostenibilidad de las empresas y esto viene a apuntalar el camino del éxito de las inversiones con un componente socialmente responsable.