Hoy me ha preguntado el primo de mi vecino (no va con segunda intención...) hasta qué punto podría perjudicarnos haciendo trading e invirtiendo el no saber cuándo hemos de detenernos, el no "conformarnos" con nuestros objetivos, o incluso el no saber cuáles son éstos.
A menudo, en la vida y en el trading, no es fácil dejar de compararnos con otras personas, con otros traders, o dejarnos influir por los resultados que éstos obtienen o por sus experiencias. Dentro del mar vital y del océano de los mercados, cada persona debe salir cada día a "pescar" la cantidad que necesite, olvidándose de los que navegan a su lado, de si consiguen llenar su barca, sus redes y su cuenta o no.
Cada uno debes ir a tratar de buscar su propio objetivo. Según acompañe la marea y según su estado personal, yendo a buscarlo con ganas y decisión, sin intentar llenar la barca con nuestra avaricia, porque corremos el riesgo de hacerla volcar, y con ella caer nosotros al abismo de las profundidades.
Me comenta hoy un compañero que ha adquirido nuestro nuevo vídeo curso y que está aprendiendo a hacer trading, que hoy salió a pescar/tradear con un estado físico no demasiado bueno, a lo que se unió una conexión a internet totalmente intermitente y con muchos problemas técnicos, lo cual le debería a haber incitado totalmente a no operar, y a ni siquiera abrir la plataforma o a hacerlo con extremada precaución.
Pese a dichas malas circunstancias que le rodeaban, no dejó de intentar operar y dice que hasta tuvo que reiniciar su ordenador varias veces... Pero "solamente" pudo lanzar la caña en dos ocasiones y que son operaciones que tuvieron mucho más recorrido, y a las que debería haberle sacado mucho más rendimiento, y que no ha quedado nada satisfecho, porque hizo cuatro operaciones, y acabó prácticamente en tablas.
Pero yo le digo que debería estar celebrándolo, que cuando no acompañan las condiciones físicas ni técnicas no se debe hacer trading, no se debe operar.
Viendo cómo están las olas y observando tus circunstancias internas y externas, también es bueno saber cuánto necesitas "pescar", y si vas a perder más que a ganar, viendo lo que acontecía, y mentalizarte de que al menos aprender a obligarse a no perder.
Hay muchos, muchos días para salir al mar de los mercados.
Habrá días en los que esté el agua en calma, y no se mueva ni una ola, ni se agite ninguna ola del gráfico. Y, pese a que lo intentes, no habrá oportunidades para lanzar tus redes o disparar el ratón. Otros, habrá tal agitación en forma de fuerte oleaje y de bruscos giros en el precio, que tendrás que agarrarte con fuerza a tu plan, al sistema que hayas aprendido y a tu stop, para que no termine hundida tu cuenta ni tu moral.
Cada día es distinto, cada sesión es y será diferente a la anterior y por eso siempre hay que adaptarse, formarse, aprender de cada sesión, prepararse a lo que hace el mercado y aprovechar los puntos, los peces, los "trozos de pastel" que te quiere ofrecer, agarrarlos en tus redes, y tener bien definido cuál es tu objetivo, cuánto necesitas pescar o ganar para poder seguir navegando y operando en los mercados.
Aprovecho para recordar un pequeño cuento alusivo a lo que describo, que seguro muchos y muchas ya conocéis, pero que siempre viene bien releer:
Un banquero de inversión estadounidense estaba en el muelle de un pueblecito costeño mexicano cuando llegó un barco diminuto con un solo pescador a bordo. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño.
El estadounidense elogió al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó que cuánto tiempo le había tomado pescarlos. El mexicano respondió que sólo un poco de tiempo. El estadounidense luego le preguntó por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado.
El mexicano dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. El estadounidense luego preguntó: "¿Pero qué hace usted con el resto de su tiempo?". El pescador mexicano dijo: "Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi señora, María, voy todas las noches al pueblo donde tomo algo y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida ocupada y amena".
El estadounidense replicó: "Soy un financiero de Harvard y podría ayudarle. Debería gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprarse un bote más grande".
"Con las nuevas ganancias que obtendría pescando con ese bote más grande podría comprarse varios botes. Luego, se iría usted haciendo poco a poco con una gran flota de botes pesqueros".
"Después, en vez de vender el pescado a un intermediario, lo podría hacer directamente a un procesador, e incluso abrir su propia procesadora. Debería controlar la producción, el procesamiento y la distribución.
Debería usted salir de este 'mugroso' pueblo e irse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y seguidamente a Nueva York, donde dirigiría su empresa en expansión".
El pescador mexicano preguntó: "Pero, ¿cuánto tiempo tarda todo eso?".
A lo cual respondió el estadounidense: "Entre 15 y 20 años". Y volvió a contestarle el pescador de nuevo: "¿Y luego qué?". El estadounidense se rió y dijo que ésa era la mejor parte.
"Cuando llegue la hora debería lanzarse a una ampliación, lanzar una Oferta Pública y vender las acciones de su empresa al público. Se volverá rico, tendrá millones". Y el pescador, con cara de indiferencia, le preguntó: "Millones... ¿y luego qué?".
El estadounidense respondió: "Luego se puede retirar. Se mueve a un pueblito en la costa donde pueda dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus hijos, hacer siesta con su mujer, ir todas las noches al pueblo donde podrá tomar licor y tocar la guitarra con sus amigos libre de preocupaciones".
Y entonces, el bueno del pescador, tras unos segundos en silencio, con una complaciente sonrisa en su rostro, le miró a los ojos y respondió: "¿Y acaso eso no es lo que tengo ya?".
Cada día es distinto, siempre hay que adaptarse, formarse, aprender de cada sesión, prepararse a lo que hace el mercado y aprovechar los puntos, los peces, los trozos de pastel que te quiere ofrecer, agarrarlos en tus redes, y tener bien definido cuál es tu objetivo, cuánto necesitas pescar o ganar para poder seguir navegando y operando en los mercados.
Nunca exceso de miedo, pero tampoco nunca exceso de ego. Saber parar y recoger tus redes y plegar tus velas y apagar pantallas cuando sea preciso. El mar y los mercados son inmensos, no se acaban nunca.