La victoria de Donald Trump no es realmente un cambio de juego para la política monetaria de Estados Unidos. La Reserva Federal tiene una puerta abierta hasta febrero de 2018, que corresponde al final del mandato de Janet Yellen, para seguir subiendo los tipos de interés.
Su sustitución antes de este plazo no va a suceder. El presidente de Estados Unidos sólo puede invocar dos cláusulas legales para reemplazar a un miembro del Comité Federal del Mercado Abierto. La primera consiste en asegurar "mala conducta grave". Sin embargo, aunque este término legal sigue siendo objeto de interpretación, no hay nada que sugiera que Janet Yellen haya cometido tal "crimen".
La segunda “herramienta” que Donald Trump podría usar es mantener a Yellen como presidente de la junta de gobernadores, pero reducir su margen de maniobra. Para ello, deben modificarse los estatutos del banco central, que requiere una mayoría simple del Congreso y aprobación presidencial. Sin embargo, es muy improbable que tal decisión obtenga el apoyo del Partido Republicano.
Por lo tanto, el proceso de normalización de la política probablemente no será influenciado por el cambio político en Washington. El aumento de las tasas en diciembre (que podría alcanzar un máximo de 25 pb) podría ser un no-evento porque ya ha sido cotizado por el mercado, especialmente en el índice dólar, que ha aumentado en torno al 4% desde noviembre.
Todos los datos (incluyendo la regla de Taylor y las expectativas de los inversores) confirman que la Reserva Federal subirá los tipos en su próxima reunión. La regla de Taylor (que ha sido una herramienta muy útil para la Fed desde principios de los 90) indica que la tasa de interés media ponderada debería estar ligeramente por encima del 2% al final del período de Yellen.
Sin embargo, este nivel teórico sigue siendo insuficiente para hacer frente a la inevitable desaceleración económica en Estados Unidos. Los últimos indicadores confirman que la economía es saludable, pero también se acerca al final del ciclo económico. Las ventas al por menor subieron más en los últimos dos años, pero las ventas de los grandes almacenes siguen cayendo. Además, el indicador Empire State Manufacturing se ha recuperado fuertemente, pero los indicadores de empleo son más negativos y el optimismo está disminuyendo. Desde la última recesión económica, han pasado 35 trimestres. A pesar de un nuevo récord de longevidad (40 trimestres durante la edad de oro de Clinton), Estados Unidos enfrentará una nueva recesión durante la presidencia de Trump.
El programa económico keynesiano del presidente electo podría ser una gran ayuda en términos de estimular la economía cuando sea más necesaria, especialmente si la Fed no tiene suficiente margen para bajar los tipos de interés y tranquilizar a los inversores.