El protagonista indiscutible de este inicio de año bursátil está siendo el mercado chino. Ya hemos comentado en los últimos días las medidas de contención que entraron en vigor el día 1 de enero, por las que el regulador chino trataba de limitar las pérdidas diarias de su indicador de referencia, el CSI 300.
Estas medidas de contención tenían dos patas o “circuit breakers”; la primera activaría una suspensión temporal de 30 minutos de los mercados en caso de que el índice de referencia perdiese un 5% de valor; la segunda activaría una suspensión definitiva hasta el día siguiente en caso de que el indicador perdiese un 7%.
La razón de ser de estas medidas la encontramos en otra prohibición implementada en verano, a raíz de los tremendos desplomes que se contagiaron al resto de los mercados globales, por la cual los grandes accionistas chinos (aquellos que poseen un 5% o más de los títulos de alguna compañía) veían cancelada su capacidad de vender papel en un plazo de 6 meses.
Ese plazo vencería mañana y muchos inversores anticipan caídas importantes en cuanto se levante el veto bajista; por esa razón llevamos una semana de demanda casi inexistente, que ha provocado dos cierres diarios de los mercados nacionales y dos días de comportamiento cuasi-plano, aparentemente provocado por compras estatales de títulos para mantener las cotizaciones.
Anecdóticamente, el cierre de ayer, el segundo en la historia de la Bolsa de China, ha sido además el más rápido, solo 30 minutos de negociación antes del cierre. El Gobierno chino, ante esta reacción, ha querido tranquilizar a sus mercados suavizando la transición.
Se levantará el veto bajista, pero los grandes accionistas solo podrán vender un 1% de su participación cada tres meses. Veremos si esto provoca el efecto tranquilizador deseado o si se interpreta como una medida desesperada y empeora la situación.
Paralelamente, el banco central chino, el PBoC, ha acelerado la devaluación del yuan para recuperar competitividad exportadora frente a países cuyas divisas han sufrido grandes caídas durante el último año. La cara oculta de este movimiento es compleja; el resto de las economías emergentes exportadoras se verán forzadas a devaluar sus monedas también para competir con China, lo que podría acabar generando una crisis importante en el continente asiático por el encarecimiento del repago de la deuda y dificultad para abastecerse de materia prima.
Este último punto tendría repercusiones importantes en la demanda de materias primas y, por tanto, en sus precios.
Las materias primas más baratas perjudicarían el perseguido incremento de la inflación y podrían forzar nuevas medidas de estímulo monetario en Europa (que vería peligrar la tan ansiada recuperación económica) y EE.UU. (que vería peligrar su plan de subida de tipos gradual). Las ramificaciones, como vemos, son amplias y complejas.
Otro frente complicado es el del crudo. Las tensiones geopolíticas en Oriente Medio han provocado un exceso de suministro de crudo, lo que perjudica, lógicamente al precio del hidrocarburo. La pregunta sería, ¿por qué hay un exceso de suministro? El origen está en la decisión del año pasado de la OPEP de no restringir la producción de crudo.
Recordemos que los costes de producción de crudo saudí están entre los más bajos del mundo, por lo que una caída del precio, si bien tiene consecuencias negativas obvias en el frente de los ingresos, podría forzar a otros actores a limitar e incluso perder sus márgenes, ganando Oriente Medio cuota de mercado.
Por otra parte, la reciente tensión diplomática contra Irán, combinada con el paulatino levantamiento de las sanciones internacionales, hacen que la producción de crudo de Irán no se sincronice con la de otros países productores, inundando el mercado de suministro, desplomando el precio por el camino. Ya hemos hablado en otras ocasiones de la importancia del precio del petróleo en las medidas de inflación…
Europa, ante todos estos estímulos, no tenía muchas más alternativas que abrir a la baja y ya empezamos a perder soportes importantes en muchos selectivos.
Ahora, más que nunca, es fundamental saber trabajar las posiciones bajistas. Para quien tenga la sangre fría y el conocimiento necesario para entrar en corto hay un potencial importante de beneficios.