"Desde la quiebra del Lehman, que conmocionó al Mundo Global y estuvo apunto de provoca el mayor colapso financiero de la Historia, la comunicación de los bancos centrales, hasta entonces inexistente en la práctica, comenzó a ser fluida, ágil como gacelas, siempre prestos a cortar fuegos y a evitar inundaciones en los mercados. Comenzaron las QE, la lluvia de billetes en Estados Unidos, Japón y Europa. Billetes que han sido acaparados, en su mayor parte, por los mercados financieros, como todo el mundo debería saber a estas alturas. Primero salvar al soldado banco, que es el que puede provocar el desmoronamiento general ¿Se imagina ahora una nueva crisis bancaria global? Y más tarde, salvar al ciudadano Pérez. En este movimiento de salvación general, la buena disposición general de los bancos centrales es clave, básica, imprescindible. En esta consideración, y no en otras, se apoyan los índices bursátiles y los actores en los mercados para seguir fiando sus dineros al buen comportamiento esperado (¡ojo, sólo esperado, que vaya año que llevamos!) de las Bolsas...".
"Pero supongamos que de pronto un Banco Central comienza a perder su fino oído y a manifestar signos evidentes de sordera. tal es así, que este Banco Central decide emprender una nueva ruta ¿Reacción de los mercados? Ya la hemos visto en varios episodios a lo largo de este año cuando la Reserva Federal de Estados Unidos ha amagado con subir tipos: a los índices les han temblado las canillas...", me dice uno de mis gurús favoritos, que me reenvía un pequeño comentario al respecto de José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España:
"Hace unos días", escribió Campuzano, "el Vicepresidente del BCE dijo algo que parece evidente: las divergencias en política monetaria entre los principales bancos centrales podrían tener en el futuro más impacto en los mercados que en el pasado. ¿La razón? Naturalmente, la deuda creada. Y la poca experiencia en retornar a la normalidad desde tipos de interés nulos".
En este papel publicado en septiembre el FMI analiza precisamente si la "probabilidad" anterior es o no significativa. Y también valora el grado de influencia en la economía mundial, incluyendo a las desarrolladas y economías emergentes.
http://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2015/wp15215.pdf
¿Siempre sincronizados? Eso no es lo que nos muestra la historia....
De hecho, según el cuadro anterior lo extraño ha sido encontrar periodos donde tanto las condiciones monetarias como las económicas han quedado sincronizadas (2001 fue un buen ejemplo). Por el contrario, mucho más numerosos los periodos donde la sincronización ha faltado. Y especialmente si la falta de sincronización ha sido monetaria y económica. En fases restrictivas y expansivas monetarias. En 2004 y 2007, como mejores ejemplos.
¿Quién ha influido en quién? ¿cómo? Desde el inicio de la Crisis hemos visto como la divergencia en la situación Estados Unidos/Zona euro (entre las condiciones monetarias de la Fed/BCE) han tenido una elevada influencia recíproca. Y significativa en el resto, especialmente en los últimos años en los mercados y economías emergentes. Lo que nos ha dicho la Fed con su actuación reciente aplazando los tipos de interés es que por el momento considera que la inestabilidad e incertidumbre en los mercados emergentes podría influir de forma negativa en la economía norteamericana. Al final, como si de un efecto dominó se tratara... pero que puede retroalimentarse.
¿Se puede temer que estas divergencias tengan un fuerte impacto en el futuro? Sin duda, esto es de lo que advierte Constancio. Además introduce factores nuevos (o más relevantes ahora) como es la elevada deuda, tipos nulos y la política monetaria no convencional. Al final, la mayor sensibilidad en un mercado dominado por el riesgo de liquidez, elevada correlación entre activos y débiles perspectivas de crecimiento mundial.