Toda la deuda pública de Suiza cotiza con rendimientos negativos (incluso el bono a 50 años, que se dice pronto). La rentabilidad del bono español a 10 años marcó el viernes un nuevo mínimo histórico. El rendimiento del bono a 10 años de USA ha marcado un nuevo mínimo histórico (al igual que el de 30 años). Y podríamos seguir hablando de los bonos japonés, alemanes y británicos también en negativo. Muy significativo, ¿verdad?
¿Y los inversores compran bonos negativos? Bueno, cuando la confianza en la solvencia de los bancos no atraviesa por su mejor momento, a los inversores no les importa demasiado pagar una pequeña “comisión” por un bono solvente con el fin de garantizar su capital (sabemos que si la demanda supera a la oferta, el precio del bono sube y el rendimiento se reduce).
Y es que hay inversores que compran deuda con rentabilidad negativa a la espera de que esa rentabilidad baje aún más y, por lo tanto, el precio de los bonos se eleve. Teniendo en cuenta que en el mercado secundario se pueden negociar títulos de renta fija y que si no se quiere esperar al vencimiento se puede acudir a él para venderlos (si alguien los quiere comprar, evidentemente), no es una inversión donde estemos atrapados.
Muy importante es tener en cuenta que si nos comprásemos un bono con rentabilidad negativa, pero superior al IPC, se está incrementando mi poder adquisitivo. Ejemplo: si el IPC se sitúa en -0,40% y con una inversión en letras le saco un -0,15%, mi rentabilidad real es de +0,25%.
Incluso hay inversores que por el tema de divisas también les interesa los bonos negativos. Por ejemplo, si un inversor europeo espera que el dólar se revalorice frente al euro, puede comprar bonos de USA denominados en dólares que coticen en el mercado con una rentabilidad negativa y si todo va bien, la subida del dólar compensará el efecto negativo de la rentabilidad negativa del bono.
Como pueden ver, hay muchos motivos o razones por las cuales los inversores se dirigen a los bonos con rendimientos negativos.