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Comparecencia del Gobernador ante la Comisión de Presupuestos del Senado

Por Banco de España08.08.2010 13:43
 

Miguel Fernández Ordóñez
Gobernador del Banco de España

Señorías:
Comparezco en esta Comisión en el marco de la discusión parlamentaria de los PresupuestosGenerales del Estado para 2010, en un momento en que la profunda crisis financiera y económicainternacional está dando paso a un proceso de recuperación, aunque se presume lento y noexento de incertidumbres. Tras las sucesivas revisiones a la baja en las proyecciones decrecimiento que tuvieron lugar desde el verano de 2007, en los últimos meses las perspectivashan empezado a mejorar y en el tercer trimestre de 2009 muchos países muestran ya tasaspositivas de expansión de la actividad.
Es necesario reconocer, no obstante, que esta mejoría es, en gran medida, el resultado de lasmedidas extraordinarias, adoptadas a nivel global y a gran escala, de impulso a la demanda y deapoyo al sistema financiero. Todavía, pues, no sabemos en qué medida la incipiente recuperaciónmundial cuenta con suficientes elementos de soporte autónomo que permitan comenzar a retirar
los estímulos excepcionales sin incurrir en el peligro de que la actividad vuelva a recaer.
En el caso de la economía española, la situación es más compleja, pues si bien la caída de laproducción ha sido similar, o incluso inferior, a la de otros países de nuestro entorno, sus efectosen términos del empleo y de las finanzas públicas han sido, sin embargo, más acentuados, por loque el papel que tienen que desempeñar las políticas económicas para consolidar la recuperaciónes aún más necesario. Nos encontramos, por tanto, en una encrucijadaen la que resulta
fundamental acertar en el diagnóstico y en la selección de las herramientas de política económica.
Dado que esta comparecencia se enmarca en la discusión parlamentaria de los Presupuestos,analizaré la situación de la política fiscal en nuestro país, aunque me permitirán que también hagareferencia a otras políticas que considero esenciales para facilitar la vuelta a la senda deestabilidad presupuestaria y poder salir en las mejores condiciones posibles de esta crisis. Peroantes quisiera valorar brevemente la situación del contexto internacional y de las perspectivas
económicas de la zona del euro, que son, como es bien sabido, las que determinan elcomportamiento de la política monetaria.
Las previsiones de diversas instituciones internacionales (como el FMI o, más recientemente, laComisión Europea y la OCDE) apuntan a que en 2010 y 2011 volveremos a ver tasas positivas decrecimiento en la mayor parte de los países, pero no dejan de señalar que estas estimacionesestán rodeadas de un grado de incertidumbre superior al habitual, pues el despegue de laactividad real precisa de una base financiera sólida y ello requiere que se restaure en toda suextensión el normal funcionamiento de los intermediarios y de los mercados financieros.
En estas circunstancias, una de las principales dificultades que afrontan Gobiernos y bancoscentrales es la de identificar el momento apropiado para desactivar las medidas extraordinariasque se han adoptado en los ámbitos financiero, fiscal y monetario. Una retirada prematura podríadesbaratar los avances logrados, mientras que el mantenimiento de una política expansiva que seprolongara excesivamente podría generar otros desequilibrios, difíciles de revertir, y con
implicaciones negativas para el crecimiento. Por el momento, lo que sí resulta necesario esavanzar en el diseño de estrategias de retirada de esos estímulos, de modo que puedan ponerseen práctica cuando llegue el momento oportuno.
La zona del euro también ha mostrado recientemente una cierta mejoría, con ritmos positivos decrecimiento en algunos países ya en el segundo trimestre de este año. Los datos más recientesapuntan a que en el tercer trimestre la actividad económica mostraría una tasa de expansiónpositiva en el conjunto del área. Con todo, la recuperación que se vislumbra será lenta, de modoque se tardará bastante tiempo en recobrar los niveles de producción previos a la crisis.
La situación de las finanzas públicas ha empeorado considerablemente en la eurozona tanto por elfuncionamiento de los estabilizadores automáticos, que han respondido al deterioro cíclico, comopor las medidas discrecionales adoptadas para impulsar la demanda y las actuaciones de apoyoal sistema financiero. Por su parte, la crisis financiera y el retroceso de la actividad han afectadoseveramente a algunas entidades de crédito europeas, que han pasado a depender en buena
parte del apoyo del sector público y que están inmersas en un proceso de ajuste que puede tenerrepercusiones para su capacidad de intermediar recursos en el futuro.
En el ámbito de la inflación, en la zona euro hemos seguido observando descensos de los preciosde consumo en términos interanuales, debidos, sobre todo, a un precio del petróleo notablementemás bajo que el que se registraba hace un año. La mayoría de las previsiones apuntan a que enlos próximos meses retornarán las tasas positivas de inflación en el área del euro, al desaparecer
esos efectos de comparación con los niveles alcanzados por precios de las materias primas unaño antes. Sin embargo, el elevado grado de holgura de la capacidad productiva y la lentarecuperación de la demanda y de la actividad que se dibuja en Europa, sugiere que las tasas deinflación, aunque positivas, van a mantenerse en niveles moderados en el futuro próximo, sin quese perciba por ahora un riesgo de deflación.
En esta situación de incipiente recuperación de la actividad y de mantenimiento en niveles muymodestos tanto de la inflación observada como de sus expectativas, el nivel del tipo de interésoficial en el área del euro, situado en el 1% desde el pasado mes de mayo, resulta apropiado. Sipasamos a centrar nuestra atención en la economía española, el descenso de la producción en2009 no va a ser más brusco que en otros países, pero el contraste con las tasas de crecimientode los diez años anteriores es más patente. Y es que, como he explicado otras veces, la recesiónespañola tiene elementos comunes con las de otros países, pero también otros específicos, comolos derivados del ajuste inmobiliario y del comportamiento del mercado de trabajo. Las poderosasfuerzas contractivas externas generadas por la crisis internacional se sumaron al ajuste interno quehabía iniciado la economía española, agravando la caída del gasto interior y del empleo.
Los últimos datos indican que, como ocurre en la zona del euro y en el resto del mundo, la fasemás aguda de la contracción de la economía española ya ha pasado. Según los datos que hapublicado hace unos días el INE, la actividad volvió a retroceder en el tercer trimestre, a diferenciade lo ocurrido en oros países de nuestro entorno, aunque lo hizo a una tasa del 0,3% en términosintertrimestrales, más moderada que la observada en los dos primeros trimestres, en los que eldescenso alcanzó un 1,6% y un 1,1%, respectivamente. El descenso de la actividad, que, entérminos interanuales, se situó en el 4%, fue resultado de la marcada debilidad de la demandanacional, particularmente del gasto privado. Sólo los comonentes públicos de la demanda internamantuvieron tasas de crecimiento positivas, en parte por el componente inercial de algunas
partidas de gasto -como las compras de bienes y servicios- y, en parte, por algunas medidasadoptadas para amortiguar el descenso de la demanda, como el Fondo Estatal de Inversión Local.Y, como ha ocurrido desde los primeros trimestres de 2008, el fuerte impacto contractivo que lacaída del gasto interior tuvo sobre la actividad se vio amortiguado por la aportación positiva delsector exterior, debida en gran medida a la notable caída de las importaciones.
La fuerte contracción de la demanda en los últimos trimestres está ayudando a corregir algunosde los desequilibrios que la economía española había acumulado durante la fase de auge, comolos excesos del sector inmobiliario, el alto endeudamiento del sector privado, el déficit exterior y losdiferenciales de inflación, aunque el ajuste está trascurriendo a través de una considerable pérdida
de actividad y de una fuerte destrucción de tejido empresarial y de empleo, que está dando lugar aun intenso aumento de la tasa de paro.
La fuerte concentración de recursos que existía en el mercado inmobiliario está disminuyendo muyrápidamente, con un agudo descenso en la iniciación de nuevas viviendas. No obstante, aunque lacaída de la demanda residencial ha sido muy brusca, los menores tipos de interés y el descensode los precios de la vivienda han situado los indicadores de accesibilidad en cotas másmoderadas, lo que está contribuyendo a estabilizar la adquisición de activos inmobiliarios en los
últimos meses.
En el caso del crédito al sector privado, venimos observando ritmos de expansión cada vez másexiguos e incluso negativos y esta será, probablemente, la tónica durante los próximos trimestres.Esta evolución de los préstamos tiene un componente cíclico muy significativo, acentuado por latensión en los mercados financieros internacionales. Tras el fuerte incremento de las ratios de
endeudamiento de familias y empresas en la anterior fase expansiva, era inevitable que esas ratiosdisminuyeran para mejorar de la posición financiera de empresas y familias, y favorecer larecuperación de una senda sostenible de gasto. El fuerte ajuste del gasto está suponiendotambién una intensa disminución del déficit exterior, que desde registros cercanos al 10% del PIBen 2007, puede quedar en menos de la mitad en 2009. Este ajuste se basa, sobre todo, en la
caída de las importaciones y en el descenso de los precios de las materias primas, por lo que,para consolidar esta corrección cuando la demanda se recupere sería necesaria una aportaciónmás sustancial de las exportaciones y para ello es preciso continuar fortaleciendo nuestra baseexportadora y la productividad de nuestras empresas.
En el ámbito de la inflación, también estamos asistiendo a una importante corrección, al registrarseun diferencial de inflación negativo con la zona del euro desde hace ya casi un año. En particular,los bienes industriales vienen experimentando en España descensos sustanciales a lo largo delúltimo ejercicio, mientras que los precios de los servicios, que tradicionalmente habían mostrado
tasas de aumento muy altas, se han moderado sustancialmente y en los últimos meses estáncreciendo, incluso, a un ritmo inferior al de la zona del euro. Aunque la consecución de estediferencial negativo de inflación está muy ligada a la debilidad de la demanda en España,representa un rasgo prometedor sobre la evolución de la competitividad en el que debería basarsela recuperación de la actividad, por lo que sería importante preservar esa moderación de precios
en el futuro próximo.
La forma en la que se están corrigiendo estos desequilibrios está teniendo, como antes comenté,dos consecuencias negativas: el peaje excesivo que la crisis está teniendo sobre el empleo, comoconsecuencia de los problemas de funcionamiento que arrastra nuestro mercado de trabajo, y eldeterioro de las finanzas públicas.
La destrucción de empleo se inició con gran virulencia en la rama de construcción y
posteriormente se extendió a la industria y a los servicios de mercado, concentrándose sobre todoen los contratos temporales, dada la dualidad imperante en el mercado de trabajo. En los últimosmeses ha proseguido e descenso del empleo, aunque de forma más atenuada por el efecto delFondo Estatal de Inversión local. La tasa de paro ha aumentado vertiginosamente, desde el 8% en2007 hasta casi el 18% en el tercer trimestre del presente ejercicio, en el que esta tasa seestabilizó en parte debido a la fuerte desaceleración en el ritmo de crecimiento de la poblaciónactiva, consecuencia del desánimo de una parte de la población ante las malas perspectivaslaborales y del retorno de algunos inmigrantes hacia sus países de origen.
Como en otros países, las perspectivas de la economía española siguen rodeadas de una granincertidumbre, aunque ésta se ha contenido recientemente ante los mejores datos recogidos de laeconomía mundial. Parece probable que la recuperación de la economía española se presente
con algún retraso respecto a la de la zona del euro, debido sobre todo a la acusada debilidad dela inversión, no sólo en el caso de la vivienda, sino también probablemente en el de la inversiónempresarial, dados los niveles tan bajos de la utilización de la capacidad productiva. Por otraparte, aunque la inversión pública seguirá representando un alto porcentaje del PIB en 2010, ésteserá menor que el alcanzado en 2009.
Las perspectivas sobre el consumo privado resultan más inciertas. Los principales determinantesdel consumo no serán favorables, dado el previsible comportamiento del empleo y las dificultadespara revertir la elevada tasa de paro. Pero, por otro lado, como las familias han recortado suconsumo de modo mucho más drástico que lo ha hecho la evolución de sus rentas, la tasa deahorro está alcanzando niveles elevadísimos, sin comparación histórica, por lo que si los
elementos de incertidumbre fueran despejándose, el consumo podría contribuir de forma mássignificativa a la recuperación de la actividad.
Con estos condicionantes, el principal soporte de la actividad en 2010 tiene que ser el sectorexterior. Y ello se verá facilitado por la más pronta recuperación de nuestros principales socioscomerciales y la trayectoria relativamente positiva que vienen siguiendo las exportacionesespañolas.
Cabe esperar que a lo largo del próximo año se inicie una fase de crecimiento gradual, basado enel mantenimiento de una contribución positiva de la demanda externa y en una paulatina traslaciónde la mejora de la economía mundial a la inversión empresarial y al empleo. No obstante, elpromedio de 2010 podría registrar todavía una caída moderada de la actividad, resultado, sobre
todo, del efecto arrastre de las tasas negativas de 2009. Asimismo, el perfil del crecimiento en2010 podría verse afectado por la subida del IVA anunciada para el próximo mes de julio, puesesa medida podría anticipar algunas decisiones de gasto al segundo trimestre, incrementando lademanda y la actividad en ese período, pero reduciéndolos en la segunda mitad del año. Estatrayectoria de recuperación lenta de la actividad se corresponde a grandes rasgos con la que
prevé el Gobierno en el cuadro macroeconómico en el que se basa el Proyecto de PresupuestosGenerales del Estado para 2010.
El contexto descrito anteriormente evidencia los importantes retos a los que se enfrenta laeconomía española. Para que la recuperación se materialice y sea sostenible, es necesario que laeconomía española frene primero y absorba después el desempleo, sanee la posición financierade empresas y familias, recupere la confianza en la capacidad productiva de la economía, y
reduzca el elevado déficit público.
Y para conseguir estos objetivos, es imprescindible, como ya he señalado en repetidas ocasiones,la adopción de una agenda ambiciosa de reformas. Las políticas económicas que se han seguidodesde el inicio de la crisis se han concentrado en contrapesar en el corto plazo una situacióneconómica y financiera muy adversa, y existe un elevado consenso en torno a que los esfuerzos
desplegados han contribuido positivamente a este fin. Sin embargo, cuando ya se perciben lasbases de un posible cambio de tendencia es necesario enfrentarse a los problemas estructuralesde la economía española para evitar que se materialice el riesgo de un escenario de atoníaeconómica prolongada.
Respecto a la política monetaria, la reducción de los tipos oficiales instrumentada por el BCE estácontribuyendo a paliar la presión financiera del sector privado, y este es un factor que, dado elpredominio de los tipos de interés a tipo variable en España, continuará aliviando la carga de ladeuda de familias y empresas durante los próximos trimestres.
Por su parte, la política fiscal ha contribuido también a amortiguar el deterioro de la actividad através de un esfuerzo presupuestario muy significativo y superior al de otros países de nuestroentorno. El coste, por su parte, ha sido un incremento muy rápido e intenso del déficit público quepodría alcanzar, según las últimas cifras oficiales anunciadas por el Gobierno, un nivel de alrededordel 10% del PIB en el ejercicio corriente.
Independientemente de que el cambio cíclico tarde en ejercer efectos positivos sobre la situaciónpresupuestaria quiero atraer su atención sobre el hecho de que gran parte del déficit generado enestos dos años tiene un componente estructural importante y que, por tanto, no se corregirá conla recuperación. En efecto, a pesar de que en los próximos ejercicios cabe prever un aumento delos ingresos por la reversión de los efectos temporales de algunas de las medidas de apoyo a la
actividad adoptadas en los últimos años, debe tenerse en cuenta que no se volverán a obtener losvoluminosos ingresos extraordinarios obtenidos durante la fase de auge del sector inmobiliario. Almismo tiempo, en el ámbito del gasto público, el gasto primario ha mantenido tasas decrecimiento elevadas en los últimos años alcanzando niveles que no se pueden sostener pormucho tiempo y que, por tanto, será necesario reducir.
A su vez, el deterioro de la posición presupuestaria se está manifestando en un rápido incrementode la deuda pública y, por tanto, también, de la cantidad de recursos que habrán de dedicarse asatisfacer el pago de la carga de intereses.
Además, es importante resaltar que, como nos enseñan diversos episodios históricos recientes depaíses de nuestro entorno, la dinámica de incremento del endeudamiento puede resultar difícil derevertir. Sobre todo, cuando ya no se puede contar con algunos de los elementos que ayudaronen el pasado a su reducción, como fueron la disminución de los tipos de interés o el elevado
crecimiento del PIB nominal.
Así pues, la necesidad de revertir los elevados déficits estructurales y de evitar que se materialicenlos riesgos vinculados a la dinámica de la deuda, muestra el agotamiento de cualquier margen deactuación expansiva adicional de la política presupuestaria. Dado el desequilibrio fiscal acumulado,se hace imprescindible la adopción de una estrategia transparente y creíble de consolidaciónpresupuestaria a medio plazo que requerirá la adopción de medidas ambiciosas, especialmente enel frente del gasto.
En una coyuntura en la que la recuperación todavía es incierta, el necesario ajuste fiscal debediseñarse de manera que se reduzcan al máximo los posibles efectos negativos sobre elcrecimiento económico, lo que atribuye gran importancia a la composición del mismo, siendo lasmedidas basadas en el recorte del gasto público, sobre todo del gasto improductivo, tanto enconsumo como en inversión, las que mejores resultados pueden cosechar, según se desprendede nuestra propia experiencia. No obstante, parece evidente que dada la magnitud del
desequilibrio, resultará inevitable tener que revisar también algunos elementos de la estructuratributaria. La selección de las medidas tributarias nunca es fácil y menos cuando se está enpresencia de una erosión importante de la base recaudatoria, por lo que debe recurrirse a aquellasfiguras que menores distorsiones produzcan y favorezcan la reducción del fraude, de manera que
no se comprometan las posibilidades de crecimiento a largo plazo, y en este sentido la imposiciónindirecta, además de tener un potencial recaudatorio superior, es más neutral desde el punto devista de la eficiencia económica.
En todo caso, uno de los principales riesgos de las estrategias de consolidación fiscal queimplican aumentos impositivos es que los incrementos de la recaudación acaben destinándose afinanciar nuevas demandas de gasto. Por ello, se hace especialmente necesaria una ejecuciónpresupuestaria estricta que garantice que los nuevos ingresos se destinen en su totalidad a lareducción del déficit público.
El Gobierno ha reiterado en distintas ocasiones su compromiso con la estabilidad presupuestaria,y su intención de volver a niveles de déficit compatibles con el equilibrio presupuestario en elhorizonte definido por las autoridades europeas en la aplicación de las reglas del Pacto deEstabilidad y Crecimiento, que recientemente se ha ampliado hasta el año 2013. LosPresupuestos Generales del Estado para 2010 suponen un primer paso dentro de esta estrategia
general de consolidación.
No obstante, conviene tener muy presente que nos encontramos al principio de un largo procesoen el que la credibilidad de las políticas adoptadas desempeña un papel fundamental. Así, paraasegurar que los objetivos presupuestarios de medio plazo resulten verosímiles, es necesariotrasladar a los agentes económicos la firme decisión de los gestores de la política económica deque se va a ejercer un control riguroso sobre las desviacionesde ingresos y gastos que sepudieran producir.
En este punto debo recordar que, dada la elevada descentralización del Estado español, resultacapital que los Entes Territoriales se comprometan con el control y la reducción del déficitmediante el cumplimiento de los principios establecidos en la ley de estabilidad presupuestaria. Esespecialmente importante que los Presupuestos de las CCAA que se aprueben en los próximosmeses asuman como objetivo fundamental la estrategia de consolidación fiscal, adopten
profundas reformas estructurales del gasto público y, aseguren que la ejecución de esospresupuestos sea rigurosa en el cumplimiento de ese objetivo.
Finalmente, es importante mencionar que, dada la ingente cuantía que ha adquirido elcomponente del gasto público ligado al deterioro del empleo, la viabilidad de cualquier estrategiade consolidación presupuestaria en la economía española depende de que ésta adopte un patrónde crecimiento generador de puestos de trabajo que, al igual que sucede en otros países, permita
una reducción significativa del desempleo. A estos efectos, el principal instrumento del quedisponen las autoridades económicas nacionales son las políticas de oferta y de reformaestructural, orientadas a incentivar la creación de empleo, facilitar el relevo en el desarrollo de lasactividades productivas y aumentar la eficiencia y la productividad de la economía. De estaspolíticas depende en gran parte el futuro de la economía española, no sólo en el largo plazo, sinotambién en el horizonte más inmediato.Estas reformas deben orientarse de forma prioritaria a generar un cambio rápido y profundo de lastendencias que prevalecen en el mercado de trabajo, lo cual requiere una modificación debastantes de las instituciones que actualmente lo regulan. En particular, resulta necesario innovaren las modalidades de contratación con el fin de facilitar al máximo la creación de puestos de
trabajo y de superar la acusada segmentación que existe en la actualidad y que tieneconsecuencias negativas para la formación de los trabajadores, la estabilidad del empleo y para laeficiencia y la equidad de la economía. A su vez, la negociación colectiva debe reformarse parapermitir que la organización interna y los costes laborales se adecuen en mayor grado a lasituación específica de cada empresa y a la evolución cíclica pero también para dotar a lasempresas de la flexibilidad que necesitan para aumentar la productividad.
Pero hay otros frentes de actuación que no debemos olvidar, aunque sus efectos puedan tardarmás en materializarse. Este es el caso, en primer lugar, de la educación. Sin duda, avanzar en lamejora de la educación es la tarea pendiente de mayor trascendencia para el crecimientoeconómico en España. Es verdad que hemos progresado en algunos campos de la formación,pero también es cierto que se empiezan a detectar síntomas de que el aumento del niveleducativo de la fuerza laboral que se observó en la segunda mitad del siglo pasado se está
ralentizando. La reforma del sistema educativo es, además, complementaria a la del mercado detrabajo, dado que las instituciones laborales actuales desincentivan la permanencia en la etapa deformación al no discriminar adecuadamente por nivel de cualificación y abocan a los jóvenes a lacontratación temporal o al desempleo, con los efectos adversos que ya he comentado.

También resulta necesario avanzar en el impulso de la economía del conocimiento de manera quecontribuya a un incremento sustancial del capital tecnológico y a superar el desfase que laeconomía española arrastra en este terreno. Ello debe hacerse en paralelo con las actuacionespertinentes para profundizar la liberalización de los mercados de bienes y servicios, cuyaregulación actual supone en algunos casos una merma en el nivel de competencia. Un área clave
para el progreso en esta dirección es la liberalización en el sector servicios, pues engloba algunasde las actividades más dinámicas y con mayor capacidad de generación de empleo. Igualmentenecesario es seguir avanzando en la liberalización y competencia en las industrias de red, demanera que las condiciones en las que proveen inputs al resto de actividades productivas
permitan a las empresas españolas competir en igualdad de condiciones con los países denuestro entorno. Sin olvidar el mercado de la vivienda, que requiere continuar avanzando en lamejora de la regulación del alquiler para hacerlo más flexible y rentable, de manera que se propicie
la adquisición de viviendas con finalidad inversora, ayudando así a reducir el exceso de oferta, yampliando las posibilidades de satisfacer la demanda de servicios residenciales de la población.Por último, no puedo dejar de insistir en que la solidez del sistema financiero resulta fundamental
para asegurar los flujos de financiación necesarios para recuperar el dinamismo económico. Sibien el sistema financiero español ha resistido notablemente los efectos directos e indirectos de lacrisis financiera internacional, la intensidad del ajuste que está sufriendo la economía española enun marco de prolongada tensión financiera introduce elementos adicionales de presión entérminos de deterioro de sus activos, aumento de la morosidad y reducción de los márgenes
bancarios. Frente a estos factores de riesgo no todas las entidades se encuentran igualmentepreparadas, por lo que la disponibilidad de mecanismos apropiados, como los que suministra elFROB, ayudará a afrontar los procesos de reestructuración que sean necesarios con los mejoresresultados para el funcionamiento de la economía y el menor coste para los contribuyentes. No
obstante, debo decir que si no se adoptan pronto reformas, se podría alargar la situación de altosniveles de desempleo, lo que contribuiría a aumentar las dificultades de las entidades financieras eimpediría que en los próximos años la solidez del sistema financiero fuera, como lo ha sido hastaahora, un factor de soporte esencial para el crecimiento económico de nuestro país.Permítanme concluir reiterando que la economía española se enfrenta a una encrucijada decisiva.Si no se adoptan con prontitud reformas prfundas nuestras perspectivas se inclinarán hacia unentorno de recuperación lenta, con elevados niveles de desempleo y gasto público. En cambio, sise toman con prontitud las decisiones apropiadas -aunque no sean fáciles-, podremos retomaruna senda de elevado crecimiento y basada en un patrón más productivo y sostenible. Para
lograrlo es imprescindible aplicar estrategias de estabilidad a medio plazo y reformas estructuralesambiciosas, que deben ser bien articuladas y creíbles. En la elaboración de estas reformas seríadeseable obtener el mayor consenso posible, porque de esta manera aumentaría su solidez yefectividad, pero para ello es imprescindible transmitir de una forma clara a la sociedad que laseriedad de la situación exige acometer reformas profundas. Así se daría un paso decisivo para
dejar atrás esta crisis y se sentarían las bases para retomar una nueva etapa de crecimientovigoroso y elevada creación de empleo.

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