Antonio Pita
Ramala, 17 may (EFE).- Espoleada por las dificultades de movimiento y el enorme potencial del sector, una nueva generación de palestinos ha despertado a la innovación empresarial en el terreno de las nuevas tecnologías y la información.
En el Edificio de los Líderes en Ramala unos 25 jóvenes se turnan para presentar sus embrionarios proyectos a sus compañeros, que escuchan reclinados en "pufs" de colores y con portátiles en el regazo.
Aquí se habla en depurado inglés, mezclado con palabras sueltas en árabe, sobre estrategias de mercadotecnia, desarrollo de mercados o clientes potenciales para un videojuego de espermatozoides en busca de útero o una guía turística digital personalizada.
La imagen contrasta con la de tanques y hombres bomba asociada a Palestina, pero paradójicamente la violencia está en la raíz del germen emprendedor que Gaza y Cisjordania experimentan desde hace tres años.
"La tecnología es uno de los pocos sectores que resisten pase lo que pase en las calles porque sólo necesita un ordenador y electricidad", subraya Mohamed Musleh, responsable de desarrollo de negocios en la Asociación Palestina de Tecnologías de la Información (PITA), que agrupa a 160 compañías del sector, un 80 por ciento más que hace dos años.
Una idea en la que abunda Saed Nashef, codirector con el israelí Yadin Kaufmann de Sadara Ventures, un fondo de capital con sede en Ramala para empresas tecnológicas emergentes que ha recaudado 30 millones de dólares (23 millones de euros) de pesos pesados como la fundación de George Soros, la Fundación Google o el Banco Europeo de Inversiones.
"Hay compañías tecnológicas en Gaza que seguían operando en medio de los bombardeos", ejemplifica Nashef tras recordar el durísimo impacto que han tenido los estallidos de violencia en el turismo y la agricultura, dos de las principales fuentes de riqueza palestina.
Nashef opina que "los jóvenes emprendedores palestinos son diez veces más tenaces, hambrientos de éxito y versátiles porque vienen de una realidad que les impulsa a ello".
Cada año Palestina genera una hornada de doscientos licenciados en informática, dispuestos a trabajar por bastante menos que en los países punteros, pero con un bagaje superior al de destinos de inversión cimentada en mano de obra barata.
Yusef Ghandur pertenece a esta nueva ola. Ataviado con camiseta y gorra, adquirió un inglés irreprochable sin pisar las universidades de EEUU o de Europa (privilegio reservado a las antiguas elites vinculadas al poder político) y no se rindió tras cuatro proyectos fracasados, hasta dar con "G.ho.st", una "startup" informática encumbrada por The Wall Street Journal.
"Nuestras ideas de hace diez años no eran peores. Simplemente no sabíamos cómo convertirlas en algo tangible y económicamente viable", dice Ghandur, encargado del acelerador de negocios que vigila de cerca el cofundador de Sadara Ventures.
El éxito de Sadara no pasó inadvertido al propio presidente de EEUU, Barack Obama, que lo citó en el principal discurso de su reciente visita a la zona como muestra del "talento y espíritu emprendedor del pueblo palestino".
Palestina alberga unas 250 empresas de información y tecnología de la comunicación, con un importante peso de la externalización.
El sector genera un 8 por ciento del PIB, frente al apenas 1 por ciento en 2008, por encima de la agricultura, pilar histórico de la economía palestina.
Las cifras son casi insignificantes comparadas con el vecino Israel (un hervidero de innovación y tercer país mundial con mayor presencia en el Nasdaq, pese a su reciente pérdida de peso), pero destacables para un territorio bajo ocupación, lastrado por bloqueos o cientos de barreras al movimiento, sin tecnología 3G por el control israelí de las frecuencias y escasa tradición emprendedora.
En los últimos años, Palestina ha cosechado historias de éxito empresarial, como Souktel, que ha pasado de un humilde inicio en 2006 en Ramala a tener presencia en veinte países.
Souktel conecta a unos 10.000 empresarios y demandantes de empleo a través de un servicio de "minicurrículos" por SMS, en un territorio en el que el número de móviles es elevado, pero no así el acceso a internet, explica su presidente y cofundador, el canadiense Jacob Korenblum.
Otro ejemplo es Idevator. Su cerebro, Ayman Awartani, identificó un nicho de mercado en la escasez de juegos gratuitos en árabe y desde 2012 ha desarrollado tres, con los que se entretienen ya 100.000 personas y que adapta según el país (los personajes egipcios visten como en la época faraónica, mientras que las saudíes llevan su largo y negro traje tradicional, por ejemplo).
O Yamsafer, un buscador de hoteles inicialmente pensado para los numerosos palestinos con ciudadanía israelí que viajan al Sinaí, que la revuelta social en Egipto reorientó después hacia el resto de Oriente Medio. EFE
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