Por Sonya Dowsett y Isla Binnie
MADRID, 28 abr (Reuters) - En la isla española de Mallorca, muy dependiente del turismo, el cierre total de los hoteles por la pandemia de coronavirus ha destruido el medio de vida de todo el sector, desde el personal de recepción hasta los agricultores que abastecen de alimentos a los restaurantes.
Baleares, el archipiélago del que Mallorca es su principal isla, constituye uno de los mayores atractivos de España, un país que acogió a casi 84 millones de visitantes en 2019, manteniendo su posición como segundo destino vacacional más popular del mundo.
Sin embargo, se enfrenta a una amenaza especialmente urgente por la inevitable reducción del consumo y las restricciones a la movilidad provocadas por la COVID-19, que se ha cebado con España, uno de los países más afectados del mundo.
Desesperados por abrir, aunque sea con capacidad reducida, los hoteles están presionando al Gobierno para que permita viajes limitados entre Alemania y Mallorca, que tienen tasas de incidencia de coronavirus relativamente bajas, según argumenta Xavier Pascuet, jefe de turismo del municipio de Calviá, donde se encuentra Magaluf, uno de los principales centros turísticos de Mallorca.
Mucha gente que depende de la industria del turismo en las islas opera con el esquema "seis meses de trabajo y seis de descanso". Los trabajadores temporales acaban de terminar los seis meses de descanso y dependen de la temporada de verano para subsistir todo el año.
"No tienen trabajo, no saben lo que les va a pasar y las ayudas financieras están tardando en llegar porque la ola de ERTE (despidos temporales) todavía está en tramitación", dice Pascuet.
"No he recibido ni un euro en el último mes y medio", dice Elias Suliar Nicolau, de 34 años, que trabaja de jefe de recepción en un hotel en el noroeste de Mallorca y ha tenido que pagar el alquiler de sus ahorros mientras espera la prestación de los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo).
Nicolau llena sus días leyendo libros, como "La peste", del escritor francés Albert Camus. "Lo que no está claro ahora es cuándo vamos a volver a recuperar algo de normalidad", añade, en una conversación telefónica.
La entusiasta promoción del turismo de sol y playa en España en zonas como Magaluf durante los últimos 40 años ha contribuido a que el turismo represente más del 12% de la producción económica del país, una aportación que según advierten las empresas del sector se encuentra ahora en grave peligro.
"El coronavirus va a tener el mismo impacto que la guerra", dice Gabriel Escarrer, consejero delegado de la cadena hotelera Meliá (MC:MEL), que tiene 350 establecimientos en todo el mundo y 23 de ellos en Mallorca.
"Ni en las peores crisis financieras ni tras los atentados del 11-S habíamos tenido tan escasa, por no decir nula, visibilidad, que ahora hace imposible establecer escenarios fiables para diseñar una estrategia de recuperación", dice durante una mesa redonda virtual organizada la semana pasada por la consultora española Thinking Heads.
GRANDES PRÉSTAMOS
El brote de coronavirus ha golpeado a España después de años de inversiones en el sector hotelero, especialmente en islas como Mallorca e Ibiza.
La inversión en el sector hotelero español se ha triplicado en los últimos diez años, según la empresa de servicios inmobiliarios Colliers International, en gran parte por inversores extranjeros que compraron hoteles familiares y gastaron millones en ellos.
En 2018, un año récord, los inversores gastaron casi 5.000 millones de euros en operaciones en el sector hotelero en España, según la consultora Colliers. A su vez, los hoteles pequeños y medianos pidieron grandes créditos para renovarse y así atraer a visitantes con un perfil de mayor gasto.
"La mayoría de los hoteles de Mallorca han hecho grandes inversiones en los últimos años para estar en la vanguardia. Todos tenemos grandes créditos", dice Xisco Porcel, que gestiona un hotel de cuatro estrellas frente a la playa en Peguera, localidad turística conocida como la 'pequeña Alemania' por su popularidad entre las familias germanas.
La mayoría dan por perdido este verano, por lo que algunos temen que se produzca una feroz guerra de precios más adelante para que los turistas regresen.
"Me pongo en la piel de un hotelero independiente con un solo hotel... tendrán que plegarse para captar la mayor cantidad de demanda posible a cualquier precio", dice Miguel Vázquez, especialista en hoteles de Colliers.
(Información de Sonya Dowsett, traducido por Jose Elías Rodríguez)