Por Kate Abnett
BRUSELAS, 1 feb (Reuters) - Austria, Dinamarca, Suecia y los Países Bajos han instado a la Unión Europea a no etiquetar los proyectos gasísticos como inversiones verdes, mientras Bruselas trabaja en la finalización de las normas que determinarán si el combustible merece el distintivo de sostenible.
La Comisión Europea elaboró a finales del año pasado planes para calificar el gas y la energía nuclear como inversiones verdes, una cuestión que ha dividido a los 27 miembros del bloque, ya que no están de acuerdo en cómo deben contribuir estos combustibles a la transición de Europa hacia la energía limpia.
"La falta de pruebas científicas para incluir el gas fósil en la Taxonomía (de la UE) debería llevar a la Comisión Europea a reconsiderar la propuesta", dijeron los cuatro países en una carta dirigida al responsable de servicios financieros de la UE.
Los cuatro países afirman que las inversiones en gas no deberían etiquetarse como ecológicas a menos que emitan menos de 100 gramos de dióxido de carbono por kilovatio hora. Esto coincide con las recomendaciones formuladas la semana pasada por los asesores expertos de la UE sobre las normas, pero es muy inferior al límite de 270 gramos que figura en el proyecto de plan de la Comisión.
Los países están esperando la propuesta final de la Comisión, que ha dicho que publicará pronto, sin dar una fecha.
Una vez publicada, una mayoría del Parlamento Europeo o una mayoría amplia de los Estados miembros de la UE —20 de los 27 países— podría bloquear la normativa.
La presión de estos cuatro Estados se suma a la discordia en torno a la "taxonomía de las finanzas sostenibles" de la UE, un reglamento que pretende establecer un patrón para orientar la inversión privada hacia actividades que cumplan los objetivos basados en la ciencia para hacer frente al cambio climático.
Las normas sobre el gas y la energía nuclear se han retrasado más de un año, en medio de profundos desacuerdos.
Algunos Estados de la UE, entre ellos Polonia y la República Checa, consideran que el gas y la energía nuclear son cruciales para desprenderse del combustible fósil más sucio, el carbón. Los que se oponen citan la preocupación por la seguridad de la eliminación de los residuos nucleares y dicen que no sería creíble calificar al gas, un combustible fósil, como ecológico.
El gas produce aproximadamente la mitad de emisiones de CO2 que el carbón cuando se quema en las centrales eléctricas, pero la infraestructura de gas también está asociada a las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero.
(Reporte de Kate Abnett; edición de Mark Potter; traducción de Darío Fernández)