Bruselas, 3 feb (.).- La Unión Europea prohíbe desde este domingo la importación de diésel y derivados petrolíferos de Rusia, un castigo de Bruselas a Moscú por la invasión de Ucrania, que se suma a otras sanciones energéticas como el veto a las compras de carbón y al crudo ruso transportado por barco.
Esos tres conceptos privarán al régimen de Vladímir Putin de unos 160 millones de euros al día, según el Centro para la Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), que estima que Moscú ha facturado 140.000 millones a la UE por productos energéticos desde el inicio de la guerra.
"Nuestras medidas están golpeando el núcleo de la economía rusa", dijo este jueves durante una visita a Kiev la presidenta de la Comisión Europea, Usrula Von der Leyen, quien celebró en particular que los ingresos energéticos que la UE aportaba a Rusia estén menguando.
Antes de la invasión de Ucrania, los suministros rusos representaban en torno al 10 % del consumo y el 40 % de las importaciones comunitarias de diésel, un hidrocarburo que emplea como carburante cerca de la mitad de los vehículos en la UE y la mayoría de camionetas y camiones, el transporte marítimo, la maquinaria agrícola e industrial y algunos sistemas de calefacción.
La perspectiva de perder a Rusia como proveedor ha llevado a los Veintisiete a anticipar compras y almacenar las existencias y ha generado incertidumbre sobre si se dispararán los precios dentro de la Unión Europea, en el mercado global y en los márgenes de refino.
Sólo en España, las importaciones de diésel ruso pasaron de 104.000 toneladas en junio a 226.000 en septiembre, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), un récord para el país desde diciembre de 2009.
Con todo, las compras de productos petroleros de la UE a Rusia han caído en el conjunto de 2022 y sólo en el último trimestre de 2022 se redujeron hasta el 14,14 % del total de importaciones comunitarias, frente al 25,9 % del primer trimestre, según Eurostat, y la tendencia se mantiene en enero, apuntan datos de Standard & Poors Global Commodities.
SANCIONES DEL G7
En paralelo a las sanciones que los países occidentales aplican en sus propios territorios, la UE, el G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) y Australia, han establecido otras medidas que buscan golpear al sector energético ruso también en el mercado global.
Desde diciembre ese bloque de aliados de Ucrania aplica un tope de 60 dólares por barril al precio al que sus navieras pueden transportar crudo ruso a terceros países. Esos países ultiman además las negociaciones para establecer otro máximo al transporte de diésel y otros derivados petrolíferos rusos.
RESPUESTA RUSA
El petróleo y el carbón son productos que generalmente se transportan en barco y que se pueden sustituir en el mercado global. Hungría consiguió una excepción porque importa el crudo ruso por tubería, pero el grueso de los Veintisiete puede recurrir a otros productores en Estados Unidos, India y Oriente Medio para obtener petróleos.
Diversificar proveedores es más difícil con el gas, que antes de la invasión de Ucrania la UE compraba en un 40 % en Rusia y lo importaba mayoritariamente por tubería.
Por eso la Unión Europea nunca ha sancionado el gas ruso, sino que ha sido Moscú el que ha ido reduciendo los envíos para presionar a Bruselas. Rusia representaba el 39,3 % de las importaciones de gas de la UE en 2021 y ahora sólo el 15 %.
Además de limitar el bombeo de gas, como respuesta a las sanciones en el ámbito energético, Putin ha prohibido exportar petróleo a destinatarios que se atengan al precio tope impuesto al crudo ruso por los países del G7, la Unión Europea y Australia y se espera que Moscú también vete más adelante las exportaciones de derivados del petróleo.
No obstante, diversos analistas apuntan que su impacto real está aún por percibirse porque el petróleo ruso se negocia actualmente a precios por debajo de ese tope.
En paralelo, Moscú también ha buscado otros mercados y se ha apresurado a incrementar sus exportaciones hacia Marruecos o Turquía. Según datos de la consultora Refinitiv, Rabat ha pasado de 66.000 toneladas de diésel ruso importadas en 2021 a 735.000 toneladas en 2022, mientras que Ankara ha pasado de 3,99 a 5,05 millones de toneladas.
Esto plantea la amenaza de que se le pueda perder el rastro al carburante y Moscú termine colocándolo en la UE a través de terceros países, riesgo que se espera limiten los problemas vinculados a los seguros para su transporte y los controles aduaneros.
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