Por Parisa Hafezi
ANKARA (Reuters) - La retórica belicosa de Donald Trump hacia Irán probablemente ayude a mantener al presidente Hassan Rouhani en el cargo por otro mandato, pero complicará la labor de gobierno del equipo de moderados del líder iraní.
Con unas elecciones previstas para dentro de tres meses y una nueva administración hostil en la Casa Blanca, los partidarios de la línea dura de Irán parecen haber desechado la idea de reclamar la presidencia para su facción, al menos por ahora.
No ha surgido ningún candidato que aspire a ser el campeón de la línea dura que desafíe al relativamente moderado Rouhani en la votación. En cambio, fuentes de alto nivel hablan de la unión de rivales ideológicos detrás de él como la fórmula más adecuada para enfrentarse a una presidencia de Trump.
"Para proteger a la República Islámica contra las amenazas extranjeras necesitamos dejar a un lado nuestras disputas y unirnos contra nuestro enemigo", dijo un alto funcionario que hablaba bajo condición de anonimato al igual que otras figuras dentro de Irán contactadas para este artículo.
"Bajo las circunstancias actuales, Rouhani parece la mejor opción para el sistema".
Sin embargo, a los partidarios de Rouhani les preocupa que, aunque los partidarios de la línea dura ya no parecen estar dispuestos a apartarlo, se aprovecharán de la confrontación con la administración Trump para debilitar al presidente en cada ocasión.
"Para consolidar su dominio en el poder, los partidarios de la línea dura harán lo que puedan para provocar a Trump, desde pruebas de misiles hasta discursos enardecidos", dijo un antiguo alto cargo cercano a Rouhani.
"Haciendo que Rouhani sea un presidente débil, intentarán evitar cualquier cambio en el equilibrio de poder en Irán".
Rouhani, elegido con un triunfo aplastante en 2013 bajo la promesa de reducir el aislamiento de Irán, es la imagen del acuerdo de Teherán con la administración Obama para frenar el programa nuclear de Irán a cambio del levantamiento de las sanciones estadounidenses y europeas.
Trump y otros republicanos estadounidenses han criticado con frecuencia ese acuerdo, al igual que lo han hecho los radicales en Irán.
Por ahora, los radicales iraníes parecen haber llegado a la conclusión de que aún necesitan a Rouhani en el poder, aunque sólo sea para que se culpe a Washington, en lugar de a Teherán, si el acuerdo se viene abajo, dijo el analista iraní Ali Vaez, del International Crisis Group.
"Con el acuerdo en peligro, el sistema tendrá la necesidad vital de presentar al equipo de diplomáticos y tecnócratas económicos sonrientes de Rouhani para trasladar la culpa a Estados Unidos y mantener la economía de Irán a flote", dijo Vaez.
Pero en última instancia, dijo el analista Meir Javedanfar, cualquier ambiente de mayor tensión con Washington beneficia a los duros y debilita a los moderados en Irán.
"Ahora, con Trump a cargo, los líderes duros de Irán pueden dormir tranquilos mientras prosperan con las amenazas e intimidaciones de Estados Unidos, que alimentan su narrativa", dijo Javedanfar, un profesor israelí de Irán en el Centro Interdisciplinario Herzliya en Israel.
PRESERVACIÓN
Bajo el sistema de gobierno teocrático de Irán, el presidente electo está subordinado al líder supremo no electo, el ayatolá Ali Khamenei, de 77 años de edad, un miembro del ala dura en el poder desde que sucedió al fundador revolucionario Ruhollah Khomeini en 1989.
Un organismo de vigilancia de línea dura puede controlar el gobierno elegido validando a los candidatos antes de que se presenten y vetando las políticas.
Khamenei usa el sentimiento antiamericano como el pegamento que mantiene unido a un liderazgo dividido en facciones, pero no se arriesgará a un colapso total en las relaciones con Washington que pueda desestabilizar a Irán, dicen funcionarios iraníes.
"La máxima prioridad del líder siempre ha sido preservar la República Islámica... Un presidente de línea dura podría intensificar la tensión entre Teherán y Estados Unidos", dijo un funcionario cercano al bando de Khamenei.
Los esfuerzos de Rouhani para abrir Irán a unas relaciones menos hostiles con Occidente aún no han alterado la retórica antiestadounidense que ha caracterizado al gobierno iraní desde la Revolución Islámica de 1979.
El viernes, cientos de miles de personas celebraron el aniversario de la revolución, tomando las calles y cantando consignas como "Muerte a América". En tales acontecimientos, Rouhani puede sintonizar con los mensajes de los más duros.
"Todos somos seguidores de nuestro líder Khamenei", dijo Rouhani en un discurso en el que lanzó su candidatura para la reelección como una oportunidad para que los iraníes demuestren su desafío a Washington. "Nuestra nación dará una respuesta adecuada a todas esas amenazas y presiones en las próximas elecciones".
Por su parte, Khamenei dijo en un discurso a principios de esta semana que Trump había mostrado "la verdadera cara de Estados Unidos", repitiendo las duras críticas iraníes a la postura relativamente complaciente de la administración Obama por insincera o enrevesada.
Khamenei quitó importancia a la amenaza de la administración de Trump de poner a Irán "en aviso" por realizar pruebas de misiles. Pero también evitó señalar una ruptura con el acuerdo nuclear, y el discurso fue interpretado como una señal de que mantendrá el apoyo a Rouhani por ahora.
"El discurso del líder mostró que el liderazgo ha acordado una línea menos conflictiva, prefieren esperar y ver las acciones de Trump y no actuar basándose en su retórica", dijo Saeed Leylaz, analista político de Teherán.
Los votantes iraníes ordinarios también parecen inclinados a mantener a Rouhani en el poder. Muchos se quejan de que todavía tienen pocos beneficios económicos con el levantamiento de las sanciones, y aquellos que esperaban que Rouhani reformara las políticas sociales restrictivas dicen estar decepcionados por la falta de cambios significativos hasta el momento.
Sin embargo, parece que hay pocos deseos de invertir el rumbo en las elecciones y volver a dar el poder a un miembro del ala dura dado a la confrontación como el predecesor de Rouhani, Mahmoud Ahmadinejad.
"No quería votar. Nada ha cambiado nada con Rouhani, pero ahora tengo que elegir entre lo malo y lo peor en Irán. No podemos permitirnos un presidente de línea dura cuando Trump esté en el poder", dijo Ghamze Rastgou, profesor de secundaria en Teherán.