Por Jesús Aguado
ONTINYENT, Valencia (Reuters) - El paciente había pedido cita para ver al cirujano en la consulta del hospital local, pero cuando le tocó su turno le dijo al doctor Antonio Carbonell que en realidad no se encontraba mal, que de lo que quería tratar era de su hipoteca.
Carbonell trabaja como cirujano en la pequeña localidad valenciana de Ontinyent, cerca del mar Mediterráneo. Y, además, es también presidente de la pequeña caja de ahorros local: Caixa Ontinyent.
"No estaba enfermo, (pero) es tal la cercanía con todos y nos conocemos todos (tanto), que había pedido consulta en el hospital para hablar conmigo como presidente de la caja", explica Carbonell, ejemplificando el foco extremo en lo local que salvó a la caja del desastre.
De las más de 50 cajas de ahorro que había en España antes de la crisis, Ontiyent es una de las dos únicas que sobrevivió al colapso bancario del país.
Y lo hizo replegándose de los mercados de financiación mayorista, suprimiendo todas las ofertas comerciales, reforzando los lazos con los pequeños ahorradores locales y cubriendo la morosidad con los beneficios que obtenía.
Hoy Caixa Ontinyent prospera. Sus beneficios crecieron un 24 por ciento en el primer trimestre de 2016 tras subir un 13 por ciento el año pasado. Y aunque con sus 49 oficinas no será un competidor serio para rivales como Santander (MC:SAN) o Caixabank (MC:CABK) con sus miles de oficinas, esta pequeña caja levantina empieza lentamente a abrir nuevas sucursales.
Su mensaje para los banqueros de las pequeñas entidades financieras de Italia en similares apuros: concéntrate en tu área local, sirve a los clientes y arregla rápidamente tu balance.
VENDER, VENDER Y CRECER
Italia se encuentra ahora casi en el mismo lugar que estaba España hace unos años, tratando de reformar un sector bancario muy fragmentado lastrado por préstamos fallidos de unos 360.000 millones de euros, cantidad que supera el máximo de 200.000 millones que hubo en España en 2014.
El gobierno transalpino quiere reducir la amplia red de bancos cooperativos, similares a las cajas españolas, pero los progresos están siendo lentos y todavía no se ha completado ninguna gran fusión. Los economistas dicen que los pequeños bancos transalpinos, a menudo con oscuros vínculos con políticos y empresarios locales, no se están dando mucha prisa en abrir sus libros y revelar el alcance de sus problemas.
Y Caixa Ontinyent demuestra por qué esos pasos son necesarios. Vicente Ortiz, secretario y responsable de la obra social de la entidad, dijo que el secreto tras la recuperación de la entidad es que reaccionó rápidamente y de manera decisiva cuando quedó claro que una burbuja inmobiliaria de una década de duración iba a estallar.
"Hasta 2007, los planes eran más agresivos: venta, venta y crecimiento. Pero en 2008 ya empezamos a hablar de equilibrio y control de balance", dijo Ortiz en una entrevista en la sede recientemente reformada de la caja en una céntrica y sombreada plaza de Ontinyent.
A diferencia de otros rivales con problemas que siguieron atrayendo a nuevos clientes con tipos de interés crediticios artificialmente bajos y elevadas rentabilidades en los depósitos, Caixa Ontinyent optó por suprimir todas las ofertas comerciales y en lugar de ello se centró en reforzar los lazos con pequeños ahorradores con menos de 15.000 euros en sus cuentas bancarias.
El resultado fue que la fuga de clientes y depósitos se detuvo y posteriormente comenzó a recuperarlos. Caixa Ontinyent tiene hoy alrededor de 100.000 clientes frente a los 90.000 que tenía antes de la crisis y gestiona depósitos por valor de 800 millones de euros, en comparación con 700 millones de euros en 2009 y con el mínimo de 600 millones de euros en el momento más crudo de la crisis.
Aunque en 2008 el Banco de España y el sector negaban cualquier riesgo de un crash en el crédito, Caixa Ontinyent se obsesionó por mejorar sus ratios financieros.
Entre 2008 y 2012, cuando los bancos españoles fueron finalmente rescatados con 42.000 millones de euros de dinero europeo, Ontinyent apartó hasta el 100 por ciento de sus beneficios para engordar un fondo de cobertura contra eventuales pérdidas.
ESTRECHOS LAZOS
La estrategia resultó clave para su supervivencia ya que en ese tiempo sus préstamos morosos se quintuplicaron hasta superar el 10 por ciento de la cartera total de créditos, al pagar todavía los excesos de los años del boom y en un reflejo de la tendencia que hundió a muchos bancos españoles.
Como muchas entidades de crédito de Italia y España, Caixa Ontinyent tiene todavía demasiados préstamos morosos, cerca de un 12 por ciento pero, a diferencia de otras, disfruta de una tasa de cobertura del 74 por ciento, frente al 45 por ciento de media de los sectores financieros de ambos países.
Santiago Carbó-Valverde, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, dijo que este giro de 180 grados se vio afianzado por su pequeño tamaño, los estrechos vínculos con las comunidades locales y su foco en los clientes minoristas nacionales.
"Durante cuatro años (de 2008 a 2012) el lema del equipo directivo era 'Virgencita, que me quede como estoy'", dijo Ortiz, el empleado más antiguo de la entidad valenciana con 43 años de servicio.
"Pero entonces llegó un punto de inflexión y la gente ya no discutía si Caixa Ontinyent iba a sobrevivir, sino que empezaba a interesarse por las condiciones para hacerse cliente", dijo.
Con todo, aprender las lecciones de Ontinyent podría no bastar a los bancos italianos, donde es más complicado desenmarañar una morosidad que, en el caso de España estaba muy concentrada en el boom inmobiliario, dijo Nicolas Véron, experto en el organismo de investigación Bruegel.
"El mayor problema de la banca en España era su alta exposición al inmobiliario mientras que los italianos están más expuestos a los préstamos a negocios y hogares y eso es aún más difícil", dijo.
Explicó que el bizantino sistema legal en Italia genera obstáculos específicos, con procedimientos judiciales largos e inciertos que hacen difícil recuperar de manera rápida préstamos impagados. Además, la legislación laboral en Italia también hace difícil que los bancos recorten personal para generar ahorros.
Por el momento, el gobierno italiano se centra fundamentalmente en generar ahorros en sus grandes bancos más que en los pequeños, lo que no ha conseguido persuadir para más fusiones entre los bancos de menor tamaño.
Pero, mientras el reloj corre, el ejemplo de Ontinyent muestra la importancia de que las entidades pequeñas se muevan rápido para identificar los problemas si quieren sobrevivir.
"Italia puede tener algunos pequeños bancos con fortalezas, pero en algún momento es evidente que será necesaria una mayor transparencia", dijo Véron. "Una lección clara que aprender de España es que no se puede esperar para siempre".
(Traducción de Jose Elías Rodríguez; Editado en castellano por Carlos Ruano)