Por Nerijus Adomaitis y Jan Lopatka
STAVANGER, Noruega/PRAGA 29 ago (Reuters) - El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acusó el lunes a Rusia de terrorismo económico por tratar de impedir que los países europeos se abastezcan de gas, antes de un invierno en el que el impacto de la subida de las facturas energéticas va afectar duramente a los hogares y las empresas.
La respuesta a la subida de los precios del gas, agravada por la restricción de los suministros procedentes de Rusia, es una de las prioridades de la agenda política del continente a medida que se acerca el otoño.
Zelenski habló en un discurso por vídeo en una conferencia sobre energía en Noruega. Sus comentarios se producen en un momento en el que la empresa rusa Gazprom (MCX:GAZP) tiene previsto realizar trabajos de mantenimiento esta semana que interrumpirán el flujo de gas en el gasoducto Nord Stream 1, que une Rusia y Alemania a través del mar Báltico.
La interrupción ha alimentado los temores de que Rusia esté frenando el suministro para presionar a los países occidentales que se oponen a su invasión de Ucrania, una acusación que Moscú niega.
Los precios de referencia de la electricidad en Alemania para 2023 superaron el lunes por primera vez los 1.000 euros por megavatio hora, ya que la preocupación por el suministro mantuvo por las nubes los precios del gas y de los combustibles relacionados, como la electricidad y el carbón.
El primer ministro checo, Petr Fiala, afirmó que la Unión Europea debe coordinar una respuesta, y su país convocó una reunión de emergencia de los ministros de Energía del bloque.
"Antes del Consejo de Energía de la UE queremos encontrar una forma de ayudar a la gente y a las empresas que podamos acordar con otros dirigentes europeos", añadió. República Checa, que ostentan la presidencia rotatoria de la UE, dijo que la reunión se celebraría el 9 de septiembre.
República Checa dijo la semana pasada que estaba estudiando la posibilidad de conseguir apoyo para un tope en los precios de la energía en todo el bloque, una medida que ha defendido el primer ministro italiano saliente, Mario Draghi.
CONTRA UN "EFECTO LEHMAN"
Países como Alemania e Italia, que dependen en gran medida de las importaciones de gas ruso para su energía, han estado acumulando niveles de almacenamiento antes de los meses fríos de invierno, cuando la demanda alcanza su punto máximo.
El ministro alemán de Economía, Robert Habeck, declaró el lunes que las instalaciones de gas alemanas estaban llenas en más de un 80% y que espera que los precios retrocedan. Italia ha alcanzado un nivel similar, lo que constituye un colchón frente a nuevas crisis de suministro.
"Como resultado, los mercados se calmarán y bajarán", dijo Habeck.
Habeck también reiteró que Alemania no permitirá que se produzca un efecto dominó en su mercado del gas al estilo del desatado por Lehman Brothers en las finanzas mundiales.
"Prometo en nombre del Gobierno alemán que siempre garantizaremos la liquidez de todas las empresas energéticas, que no tendremos un efecto Lehman Brothers en el mercado", dijo Habeck, en referencia a la quiebra del banco de inversión estadounidense que contribuyó a desencadenar la crisis financiera de 2008.
El director de la compañía de gas Shell (LON:RDSb) no fue tan optimista y advirtió que la escasez de gas podría persistir.
"Es muy posible que tengamos varios inviernos en los que debamos encontrar soluciones de alguna manera", dijo el director general de Shell, Ben van Beurden, en una conferencia de prensa en la reunión del sector en la ciudad noruega de Stavanger.
Elon Musk, fundador de Tesla (NASDAQ:TSLA), declaró a los periodistas en el mismo evento que el mundo debe seguir extrayendo petróleo y gas para asegurar el futuro de la civilización, al tiempo que desarrolla fuentes de energía sostenibles.
"Siendo realistas, creo que tenemos que utilizar el petróleo y el gas a corto plazo, porque de lo contrario la civilización se desmoronará", dijo Musk.
(Información de Nerijus Adomaitis y Nora Buli en Stavanger, Jason Hovet en Praga, Vera Eckert en Frankfurt, Miranda Murray y Christian Kraemer en Berlín; redacción de Keith Weir; edición de Christina Fincher; traducción de Flora Gómez)