El jueves, el Banco Central Europeo (BCE) optó por mantener sin cambios su tipo de interés de referencia, señalando un posible cambio en la política monetaria en un futuro próximo. Los estrategas de ING sugirieron que esta decisión podría allanar el camino para un recorte de tipos ya en junio.
La comunicación del BCE ha evolucionado desde diciembre, pasando de un tono agresivo a uno más moderado. Este cambio responde a un descenso de la inflación más rápido de lo previsto y a un crecimiento económico mediocre. Aunque no se espera que el BCE revierta totalmente las subidas de tipos aplicadas desde julio de 2022, parece estar considerando una modesta relajación de su actual política restrictiva.
Los últimos indicadores económicos, incluido el descenso de la inflación en EE.UU. notificado el miércoles, han recordado a los responsables políticos la persistente amenaza de reflación. La elevada inflación de los servicios, el reciente repunte de los precios del petróleo y la evolución de los salarios en Alemania son algunos de los factores que contribuyen a la posibilidad de que la inflación vuelva a repuntar en la eurozona.
Además, los retos estructurales de la economía de la eurozona, como la escasez de trabajadores cualificados, las limitaciones de capacidad debidas a la falta de inversión y la dependencia de la energía y las materias primas, podrían generar presiones inflacionistas a medida que se recupere la actividad económica. Estas limitaciones sugieren que la capacidad del BCE para aplicar recortes significativos de los tipos más allá de la reunión de junio puede ser limitada.
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