Por Bernard Orr y Martin Quin Pollard
PEKÍN, 19 ene (Reuters) - Las farmacéuticas chinas se apresuraron el jueves a fabricar medicamentos para la fiebre y otros tratamientos para el COVID-19, después de que el presidente Xi Jinping dijera que le preocupaba la afluencia de viajeros vacacionales a zonas rurales mal equipadas para hacer frente a brotes repentinos.
Los comentarios de Xi llegan poco más de un mes después de que su Gobierno suprimiera abruptamente sus estrictos controles de "cero COVID", que habían protegido en gran medida a los 1.400 millones de chinos de la enfermedad durante tres años, pero que desataron protestas generalizadas a finales de noviembre.
Según las últimas previsiones de la empresa de datos sanitarios Airfinity, con sede en el Reino Unido, debido al aumento de los viajes durante la ajetreada temporada de vacaciones del Año Nuevo Lunar, hasta 36.000 personas podrían morir cada día a causa de la enfermedad.
China comunicó el pasado sábado que casi 60.000 personas con COVID habían fallecido en hospitales entre el 8 de diciembre y el 12 de enero, casi diez veces la cifra comunicada anteriormente.
Sin embargo, esa cifra excluye a los fallecidos en el hogar, y algunos médicos chinos han manifestado que no se les anima a incluir el COVID en los certificados de defunción. Los expertos en salud afirman que es probable que las cifras oficiales de China no reflejen el verdadero número de víctimas del virus.
"Basándonos en los informes de hospitales desbordados y largas colas ante las funerarias, podríamos estimar que hasta ahora se ha producido un mayor número de muertes por COVID, quizá más de 600.000 en lugar de sólo 60.000", afirmó Ben Cowling, epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong.
La caótica salida de China de un régimen de confinamientos masivos, restricciones a los viajes y frecuentes pruebas de detección del COVID también ha provocado una avalancha de compras de medicamentos, ante el intento de la población de prepararse contra la enfermedad.
Para hacer frente al aumento de la demanda, los fabricantes de medicamentos chinos están triplicando su capacidad de producción de medicamentos clave para la fiebre y la tos, según informó el jueves el diario estatal China Daily.
China ha confiado en las vacunas propias para combatir la pandemia, evitando las fabricadas en el extranjero, que según algunos estudios son más eficaces, y otros tratamientos extranjeros para el COVID-19 han sido difíciles de conseguir en China.
Paxlovid, el antivírico contra el COVID-19 de Pfizer (NYSE:PFE), está disponible en China, pero ha sido muy difícil obtenerlo por vías oficiales, según artículos de los medios de comunicación y testimonios personales. El tratamiento antivírico molnupiravir, de Merck & Co (NYSE:MRK),, también ha sido aprobado para su uso, pero aún no está disponible de forma generalizada.
En una reunión celebrada esta semana, la Administración Nacional de Productos Médicos de China se comprometió a estabilizar los precios de los medicamentos relacionados con el COVID y a tomar medidas enérgicas contra las falsificaciones.
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Las personas especialmente vulnerables al virus son los ancianos, muchos de los cuales no están completamente vacunados y se exponen ahora a la enfermedad, ya que millones de trabajadores urbanos viajan a sus ciudades de origen para reunirse con sus familias con motivo de las vacaciones del Año Nuevo Lunar, que comienzan oficialmente el 21 de enero.
Antes de que COVID apareciera por primera vez en la ciudad central china de Wuhan a finales de 2019, estas vacaciones eran conocidas como el mayor desplazamiento anual de personas en cualquier parte del planeta.
"La prevención y el control del COVID en China todavía están en un momento de tensión, pero la salida está enfrente de nosotros, la persistencia es la victoria", dijo Xi el miércoles en un mensaje de felicitación por las fiestas transmitido por la cadena estatal CCTV.
"Lo que más me preocupa son las zonas rurales y los agricultores. Las instalaciones médicas son relativamente débiles en las zonas rurales, por lo que la prevención es difícil y la tarea ardua", dijo Xi, añadiendo que los ancianos eran una prioridad absoluta.
Varias ciudades chinas están preparadas para celebrar el Año Nuevo con exhibiciones masivas de fuegos artificiales después de que los Gobiernos locales revocaran las prohibiciones de su venta en los últimos años.
Hangzhou, Kunming, Zhengzhou y Changsha -todas ellas con una población superior a los 10 millones de habitantes- permitirán la venta de fuegos artificiales, según la revista de negocios Yicai.
Airfinity estimó el miércoles que 62 millones de personas podrían infectarse con el virus entre el 13 y el 27 de enero y que las muertes relacionadas con el COVID podrían alcanzar un máximo de 36.000 al día el 26 de enero, una cifra muy superior a las previsiones anteriores.
"Nuestra previsión estima una carga significativa para el sistema sanitario chino durante los próximos quince días y es probable que muchos pacientes tratables puedan morir debido a la saturación de los hospitales y a la falta de atención", declaró el director de análisis de Airfinity, Matt Linley.
Más allá de la cifra de muertos, existe optimismo en que la reapertura de China revitalice una economía de 17 billones de dólares que sufre una de sus tasas de crecimiento más bajas en casi medio siglo.
China podría experimentar una fuerte recuperación del crecimiento a partir del segundo trimestre, según declaró a Reuters Gita Gopinath, subdirectora gerente del FMI, en una entrevista concedida el miércoles en el Foro Económico Mundial de Davos.
Estas esperanzas han llevado a las principales bolsas chinas y a la moneda yuan a máximos de varios meses en las últimas sesiones, aunque el jueves las operaciones eran limitadas, ante la ausencia de inversores por las vacaciones.
Hong Kong, controlada por China, que está tratando de reactivar su economía dependiente de las finanzas y el comercio, dijo el jueves que no requerirá que las personas con COVID-19 estén en cuarentena a partir del 30 de enero, eliminando una de sus últimas restricciones importantes del virus.
(Reporte de Bernard Orr, Martin Quin Pollard y la redacción de Pekín; Redacción de John Geddie; Edición de Neil Fullick, editado en español por José Muñoz en la redacción de Gdańsk)