La llegada del mundo de las criptomonedas trajo consigo ciertas facilidades y flexibilidad para adoptar nuevos cambios económicos, pero también contribuyó mucho a diversas estafas, riesgos e incluso ciberataques.
Así, un concepto que ha cobrado fuerza últimamente es el llamado “crypto-hacking”: el uso de dispositivos ajenos (PCs, smartphones, tablets o incluso servidores), sin el debido consentimiento o conocimiento, para minar y extraer criptomonedas de las víctimas.
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En el primer trimestre de 2022 se registraron 78 eventos de hacking, de los cuales cerca de 1,300 millones de dólares se obtuvieron a través de la cadena de bloques, lo que representa un aumento del 136% en los delitos con respecto al mismo trimestre de 2021. Estas cifras siguen aumentando y, por tanto, es importante ser consciente de las diferentes señales de alerta que pueden presentarse.
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