Por Julian Linden
LONDRES (Reuters) - Puede que Australia haya superado las sombrías expectativas de hace un año al llegar a la final del Mundial de Rugby, pero no estará satisfecha si no gana el torneo.
El entrenador de los Wallabies, Michael Cheika, ha sido calificado como un salvador por haber llevado a la final a un equipo que era un desastre 12 meses atrás, pero él insiste en que no hay nada que celebrar aún.
Mientras su equipo comienza los últimos preparativos antes de la cita del sábado contra Nueva Zelanda en Twickenham, Cheika dijo a periodistas que sus jugadores se enfrentan a una pregunta simple.
"Si quieres ser feliz solo (llegando a la final), está bien, y podremos volver a casa y todos nos darán en la espalda y nos dirán 'bien hecho'. ¿O queremos algo diferente?", señaló.
"¿Quieres tener algo para el resto de tu vida? Esas son las elecciones que tenemos que hacer y yo sé qué elección hará este equipo", agregó.
Cheika es muy consciente de la expectativa que rodea al partido. Australia y Nueva Zelanda son buenos vecinos, pero en lo referente al deporte, son fieros rivales.
"Para eso juegas, para sentarte en el vestuario y tener la sensación de satisfacción", afirmó. "Juegues a lo que juegues, no sales a perder. Eso es lo maravilloso del juego. El sábado habrá 46 jugadores intentando lograr el resultado que quieren".
Los favoritos son los All Blacks, que solo perdieron uno de los 11 partidos disputados contra los Wallabies desde el Mundial de 2011, cuando los eliminaron en semifinales.
Aparte de la semifinal del sábado, en la que vencieron a Sudáfrica por 20-18 en un tenso partido, han avanzado sin muchos problemas en el torneo. Los Wallabies, por su parte, tuvieron que superar un grupo inicial junto a Inglaterra y Gales y superar después a Escocia y Argentina en su camino a la final.
"Sabemos que tenemos que jugar mejor. Tenemos que asegurarnos de que sabemos cómo hacer que eso ocurra", afirmó.