El amigo que tiene años diciendo que quiere invertir en Bitcoin, pero nunca da el paso final. Se emociona cuando el precio sube y siempre termina lamentando que no invirtió cuando dijo que invertiría. La historia se repite varias veces al año, pero, más allá de varias conversaciones con amigos de confianza, nada pasa. El eterno indeciso es prácticamente un arquetipo de la comunidad cripto. Siempre un espectador, nunca un participante. Este artículo pretende analizar ese fenómeno.
No es casual que los eternos indecisos se activen durante la temporada alcista y se desanimen durante la temporada bajista. Es decir, se contagian con la codicia durante las alzas. Se contagian con el miedo durante las bajas. Cuando Bitcoin sube, lamentan la oportunidad perdida. Pero no compran, porque sienten que ya es tarde. Cuando Bitcoin baja, el desánimo es tal que pierden el interés. Así funciona el ciclo del eterno indeciso. Este inversor en potencia nunca se decide. Se ahoga entre un optimismo ingenuo y un escepticismo irracional. Escucha las predicciones con gran ilusión, pero siente un frio en el cuello al pensar que debe sacar sus ahorros. ¿Qué está pasando en realidad?
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