Los alcistas y los bajistas no son archienemigos. O sea, el “alcismo” o el “bajismo” no son ideologías que se escogen a capricho. No son tribus. No son identidades. Tampoco es cuestión de ser un alcista permanente o un bajista permanente. Con frecuencia, se utilizan las metáforas deportivas para ilustrar los vaivenes del mercado. Sin embargo, en el fondo, no estamos hablando de dos bandos en guerra. Por ende, es bastante absurdo tildar a alguien de “alcista” o “bajista” con la intención de descalificarlo.
Aquí estamos hablando de pronósticos. O sea, no es cuestión de tomar un partido en lugar del otro. Porque no es politiquería partidista. En el caso de un pronóstico, lo que, en realidad, se está haciendo es una proyección a futuro del precio, apoyándose en la información disponible y en las probabilidades. Entonces, los pronósticos son probables o improbables. Y hacemos pronósticos para realizar nuestras valoraciones. Luego, con estas valoraciones a modo de referencia, procedemos a comprar, vender, o esperar.
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