En medio de las negativas predicciones del FMI para el crecimiento económico de España en 2022 y 2023, aunado a una constante y persistente inflación; lo cierto es que podría existir una variable desapercibida que traiga consigo una reducción de la deuda en conjunto con una mayor recaudación fiscal.
La respuesta se encuentra paradójicamente en la misma inflación: España tiene proyectado el mayor aumento del PIB nominal en lo que va del siglo, y todo gracias al engorroso desequilibrio en el volumen de precios.
En otras palabras; el PIB Nominal es el reflejo del volumen de precios y por consiguiente de la tasa de inflación. Una inflación más alta reduce el valor real de la deuda pendiente del Gobierno al tiempo que aumenta la carga fiscal sobre la inversión de capital debido a la falta de indexación de la inflación. Es por ello que el incremento del PIB nominal ayudaría a la reducción de la deuda externa de España.
La inflación, como todos los indicadores económicos, poseen su “lado positivo”- al menos para los Gobiernos y formuladores de política económica. Además de reducir la deuda del país; los Gobiernos suelen estar de acuerdo en que esta incrementa los ingresos impositivos que, como el IVA, que se fijan mediante un porcentaje adicional sobre el precio.
Esta tendencia podría tomar cada vez más fuerza en España, país en el que crecimiento real del PIB se encuentra decreciendo, más no así el PIB nominal que experimenta un avance incomparable en más de dos décadas. De hecho el efecto ya parece haber empezado; la inflación ya redujo la deuda española en 9% del PIB, pasando del 125% al 116% del PIB.
Mayores incrementos en el PIB nominal con el paso del tiempo
De acuerdo con el análisis del medio El Economista los 4,4 puntos de crecimiento real se podrían sumar hasta 4 puntos o más del deflactor del PIB (es un indicador de precios mucho más amplio que el IPC), según se desprende del nuevo cuadro ‘macro’ del Gobierno.
Este panorama daría lugar un a un crecimiento nominal cercano al 8,5%, una tasa de variación que no se veía desde el año 2000. Ese año, la economía real se expandió un 5,2%, mientras que el deflactor del PIB fue del 3,5%.
En una conferencia de prensa en abril de este año, el Banco de España advirtió que podría avecinarse una espiral inflacionaria en los próximos años, la cuál puede reducir no solo PIB sino también la calidad de vida de la ciudadanía española.
La hasta ahora hipotética espiral inflacionaria seguiría hasta 2024, ocasionando recesión e incluso estragos en algunos sectores productivos, lo que se traduciría en una disminución de la renta disponible real de los hogares españoles. En un contexto en el que la inflación no parece ceder a pesar de las constantes subidas de tasas de interés; es de esperarse que el PIB nominal llegue a su ápice en los siguientes trimestres.
La pregunta real y más importante descansaría en si realmente traerá algún beneficio, dado que la inflación no solo causa estragos entre aquellos con menor nivel de ingresos, sino que también podría desatar una espiral inflacionaria que perjudique todavía más la producción y la capacidad adquisitiva de la población en general.
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